Tener el Espíritu Santo lo es todo en la vida de un ser humano, sin embargo, la felicidad sentimental es otro aspecto que no se debe descuidar, por esa razón, después de enviudar, Enrique Robidú se dedicó a participar de las reuniones de la Universal con toda su fe.
Su vida había experimentado la grandeza de Dios en muchos aspectos, pero él necesitaba ese algo que lo haría un hombre pleno: el Espíritu Santo. “Yo quería recibir el Espíritu de Dios, por eso me enfoqué en mi vida espiritual. Hice un propósito especial en el que le planteé a Dios que era todo o nada. O me daba Su Espíritu o entonces que me llevara, porque no aceptaba seguir mis días sin tener Su Presencia en mi vida.
Recuerdo que me costó, pero perseveré y el último día del ayuno sucedió lo que tanto esperaba, fui bautizado con el Espíritu Santo. Fue maravilloso, era lo que tanto necesitaba, lo que tanto había buscado.
A partir del momento en que recibí Su Espíritu comencé a experimentar los beneficios de haber invertido en mi espiritualidad. Ese mismo día me presentaron a quien hoy es mi esposa, sí, fue un nuevo comienzo, a la semana fue nuestra primera cita y en meses nos casamos. En mi vida económica también fui bendecido, crecí económicamente, y hoy en día tengo el privilegio de servir a Dios como su siervo junto a mi esposa. Puedo afirmar que Dios obra grandiosamente cuando priorizamos una vida con Él”, afirma Enrique junto a Sandra, su esposa.
Ellos participan en la Universal de Morón, Av. Rivadavia 17.551
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