Leé el mensaje especial y descubrí las promesas del Altísimo concedidas a los vencedores.
«Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.» Apocalipsis 3:12-13
El privilegio de convertirse en una columna del templo del Altísimo es concedido únicamente a los que el Señor Jesús denomina vencedores. Es decir, a los que se mantienen salvos hasta Su regreso.
Alcanzar tal posición delante de Dios es un deseo en común entre los que ingresan a la caminata hacia la Vida Eterna. Sin embargo, tener esta promesa materializada en su vida exige fe, perseverancia y, sobre todo, disposición para enfrentar los choques diarios contra lo que se opone a la Salvación.
Al que tenés que vencer:
1) Tu «yo»
Así es, tu principal y más poderoso oponente son tus deseos, codicias, ansiedades y voluntades alimentadas por tu corazón. Vencerte a vos mismo es solo el primer paso para alcanzar la Salvación.
2) El mundo
Para muchos, vivir en este mundo y no ser parte de él es una tarea imposible, pero eso no es cierto. Con esto, los que sacrifican las facilidades y placeres que el mundo ofrece en favor de recibir la mayor gloria concedida por el Altísimo reciben de Su parte las condiciones para vencer.
3) Las fuerzas espirituales del mal
Vencer el mundo y su propio «yo» está directamente vinculado a una batalla ardua contra el diablo y sus constantes sugerencias malignas para apartarlo del Señor. Una guerra donde el escenario principal es la mente.
El ser humano no puede evitar los malos pensamientos, pero puede usar su autoridad para expulsarlo, ¿cómo? Basando su intelecto a la adoración y alabanza en la Palabra de Dios.
Finalmente:
Si deseas disfrutar el privilegio de la eternidad al lado del Creador y convertirte en un vencedor, no midas esfuerzos para eso. Porque, al final, todo sacrificio valdrá la pena y Dios te recompensará con Su paz y alegría absoluta.
«Al vencedor, le concederé sentarse Conmigo en Mi trono, como Yo también vencí y Me senté con Mi Padre en Su trono.» Apocalipsis 3:21