“Me fui de la IURD durante parte de mi infancia y adolescencia (de los 9 a los 14 años), después que me alejé intenté varias veces regresar, pero nunca pude.
Actualmente tengo 23 años, pasé por muchas cosas durante todos estos años, me fui de casa a los 18 años, me sentía muy sola y extrañaba a mi familia, me sentía incapaz de ayudarlos porque pasaban por un momento muy difícil de desunión.
A lo largo de esos años luché siempre, y aún lucho (…) Hace dos semanas que estoy yendo nuevamente a la iglesia, y Dios ya está respondiendo mis oraciones. Sin embargo hay un tema, y aunque ya sepa la respuesta. Necesito fuerzas para sacrificar a Dios mi vida, pues sé que si no lo hago, por más que Dios me esté bendiciendo, al final todo será un engaño, no seré salva y tarde o temprano el diablo me puede sacar de la Presencia de Dios.
Hace seis años que salgo con otra chica. Anteriormente tuve otras novias, a los 14 años me asumí bisexual, a los 16 lesbiana, y a los 22 abrí mi corazón para relacionarme nuevamente con hombres. Con ella me casé, fuimos a vivir juntas a los 18 años, y después de 5 años y medio, me separé y volví a la casa de mis padres.
Retomé la relación con la condición de que viviéramos cada una en su casa, cosa que no sucedió, porque siempre estuvimos juntas en mi casa o en la de ella.
Mi vida está cambiando, mis pensamientos, mis conceptos, como dije, hace dos semanas que estoy yendo a la iglesia, y ella también, pero ese asunto de separarnos duele demasiado, y me da miedo que ella deje a Dios por eso, aunque sé que Dios habla en el corazón.
El hecho es que no encuentro fuerzas para hacerlo, la amo mucho, son seis años. Su familia es como mi familia, en ellos encontré paz, unión lo que faltaba en mi hogar, pero sé que lo que sufrí por estar lejos de Dios.
Me gustaría su orientación, pues sé que usted tiene experiencia y tiene la unción de Dios para ayudarme.
Abrazos.
Respuesta:
Amiga,
Sólo por el hecho de que su conciencia le dice que esa relación no agrada a Dios, usted ya tiene la respuesta de lo que debe hacer. La cuestión, ahora es decidir a quién va a agradar: a su corazón (que siempre la alejó de lo que le hace bien) o al Espíritu Santo. Su amiga también necesita de esa fe y ella sólo la encontrará cuando usted, que logró oír la voz del Espíritu Santo, sea ese referente que ella necesita tener.
El amor gay puede ser algo muy natural a los ojos de este mundo, pero no es así para los ojos de Dios. Él no deja de amar a las personas que han pasado por eso, pero eso no quiere decir que eso es lo que él tenía en mente cuando creó al hombre y a la mujer. Dios no sería el Dios que conozco si hubiera hecho eso, poner a un hombre en un cuerpo femenino y viceversa.
Decida a quién quiere oír y sea firme en su decisión. Si es a la voz de Dios, Él con seguridad la va a honrar, querida.
Texto extraído del blog de Cristiane Cardoso.