Los discípulos estuvieron con Jesús y presenciaron muchos milagros, incluso vieron a Jesús resucitar a muertos.
A pesar de haber presenciado la gloria de Dios en cada milagro realizado por el Señor, los discípulos no le pidieron a Jesús que les enseñara cómo hacerlos.
La razón es que ellos veían la forma en la que Él hablaba con Dios y notaron que era más importante saber cómo tener ese grado de intimidad con Dios.
La forma en que Jesús hablaba acerca de la Palabra de Dios era muy distinta a lo que estaban acostumbrados. Entonces se dieron cuenta que era más importante aprender a orar que aprender a hacer milagros.
Él les enseñó algo fundamental sobre el tipo de relación que debemos tener con Dios, Él lo llamaba Padre. Además reveló que también quiere ser nuestro Padre.
Tal vez usted sufre porque es hija de un padre ausente, alcohólico o abusivo. Pero usted puede tener a Dios como su Padre y Él suplirá todas sus carencias.
Llamarlo Padre es un premio que solo pueden tener quienes pasan por el proceso legítimo de adopción. Solo pueden hacerlo los que son generados por Él, quienes matan su naturaleza y nacen de nuevo. Llamarlo Padre es un privilegio que nos permite ser herederos de Sus promesas.
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