Lidiar con fracasos es algo que a todos les sucede al menos una vez. Hombres, mujeres, jóvenes, mayores, jefes y empleados, todos han sufrido un traspié. Sin embargo, lo que diferencia a los que tienen éxito de los que no lo tienen es la forma en la que enfrentan un revés. Generalmente, quien se deja llevar por la derrota termina entregándose al infortunio y no vence las adversidades.
Hoy, más que nunca, el ser humano enfrenta una frustración existencial que le causa desánimo. Ese sentimiento provoca que pase mucho tiempo sin innovar, por miedo al fracaso y al qué dirán. Pero la felicidad requiere esfuerzo, acción y coraje.
Uno de los secretos necesarios para revertir la situación es dejar de considerarse una víctima. Si usted piensa todo el tiempo en su situación no buscará soluciones y seguirá estancado. Cuando uno tiene a Dios en su interior pasa a actuar de forma diferente, piensa en positivo y cree que todo lo que haga tendrá éxito.
Nunca renuncie a sus sueños, tenga una mente de acción, con una actitud positiva y persevere hasta conquistar.
Resultados de la cadena
Abel: “Antes de venir al Congreso Empresarial mi situación era humillante. Tenía trabajo, pero el dinero no rendía, llegué a juntar cartón para tener un ingreso extra. Pasamos días sin tener qué comer. La angustia era muy grande, porque tenía deudas y no sabía cómo pagarlas.
Participando en la reunión cambió mi forma de pensar. Así, empezaron a hacerse realidad los proyectos que tenía. Compramos nuestro 0 km, tenemos un emprendimiento gastronómico y renovamos nuestra casa”.
Graciela: “Llegué a la reunión viviendo en la miseria. El sueldo de mi esposo no alcanzaba, teníamos que pedir fiado para comer, las deudas crecían, mis hijos no tenían trabajo y yo no podía salir a buscar empleo porque estaba enferma.
Gracias a Dios llegamos a la iglesia y aprendimos a usar la fe. Participamos de la Hoguera Santa y de a poco empezamos a crecer. Hoy, la miseria es un mal recuerdo, tenemos nuestra casa, nuestro 0 km, mis hijos tienen trabajo y estamos prosperados”.
Juan Pablo: “Vivía en la casa de mi cuñado, mi esposa trabajaba pero el dinero no alcanzaba, yo estaba perdido en el alcohol. Pasábamos muchas necesidades. Escuchando la radio conocí la iglesia y me acerqué. Al salir ya pensaba de otra forma, entendí que debía obedecer a Dios.
Sacrifiqué en la Hoguera Santa y aprendí a ser fiel a Dios. Me aumentaron el sueldo, luego me independicé, tengo mi fábrica de pulseras, anillos y cadenas. Tengo mi casa, compramos nuestro auto, somos muy felices”.
Congreso para el progreso, todos los lunes a las 8, 10, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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