Liliana Díaz: “Llegué muy mal, estaba enferma, todo lo que comía me caía mal y tenía dolores de cabeza constantes. Además, tomaba pastillas para los nervios cada cuatro horas.
Me la pasaba trabajando, no le encontraba sentido a la vida. No podía dormir de noche, sentía una presencia extraña en mi dormitorio. Era como si alguien me observara todo el tiempo.
Tenía mucho miedo y todas las noches, pensaba en cómo acabar con mi propia vida, pero a la hora de hacerlo no tenía coraje. Me sentía asfixiada en mi propia casa y decidí irme a vivir con mi mamá. Cuando me mudé comenzaron las peleas familiares, el dinero no me alcanzaba, todo se rompía, todo me salía mal. Busqué ayuda en curanderos y hasta pedí que me tiraran las cartas.
Mi mamá ya concurría a la Universal y ella me invitó a participar, decidí aceptar como última recurso.
Gracias a Dios, fui liberada del miedo, de las enfermedades y se abrieron las puertas en mi vida económica. Conquisté mi auto O km, pude regresar a mi casa, estoy más que agradecida con lo que Dios hizo en mi vida, hoy soy otra persona, aprendí a usar mi fe y a depender solo de Dios”.
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