Es una palabrita que muchos no logran decir y que otros no aceptan oír:
*“No, no puedo trabajar hasta más tarde hoy, porque le prometí a mi esposa que iríamos a festejar nuestro aniversario.”
*“No, no puedo asumir este proyecto más por el compromiso que ya tengo con los actuales.”
*“No, no quiero más esta relación. Voy a buscar mi felicidad y tú debes hacer lo mismo.”
*“No, gracias, no quiero comprar.”
*“No, no estoy fumando más/consumiendo drogas/tomando. Por favor, no me lo ofrezcas más.”
Algo para observar: las personas que no aceptan un “no” como respuesta suelen rodearse de personas que solo saben decir “sí”. Es una relación esclava, donde el dictador controla a sus subordinados, un juego donde uno siempre gana y el otro siempre pierde.
Para no ser ese esclavo perdedor, usted necesita hacer las paces con esta palabrita. Entender su importancia, cómo y cuándo usarla, y perderle el miedo. Usted también tiene derecho a decir no.
Vea si usted está sufriendo ahora, pagando un alto precio por tener miedo a decir no. Comience el cambio dentro suyo. Primero, entienda que usted tiene derecho a rehusarse a ciertas cosas. Nadie puede imponerle nada.
Después, comience a practicarlo en pequeñas cosas. Si se enoja consigo mismo; se sobrecarga porque vive aceptando más y más trabajos sin responder a los primeros (y siendo reprendido por dejar algo que desear); vive estresado y enojado con las personas incorrectas – entonces comience a decir más “nos”.
Más allá de librarse de fardos innecesarios, verá cómo su autoconfianza y su sentido de valor propio aumentarán. Sin duda, quienes se acostumbraron con su confiable “sí” van a extrañarse un poco. Quizás incluso se enfadarán con usted porque no pueden usarlo más. Lo que no será algo malo.
Aprenda a decir no sabiamente y será mucho más feliz.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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