«… y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz…» Efesios 6:15
Antiguamente, era común para los soldados caminar largos trechos a pie o acampar en lugares remotos y peligrosos. Por eso, sus pies tenían que estar bien protegidos; a fin de cuentas, cualquier herida imposibilitaría o estorbaría su locomoción.
Aunque el calzado de la época fuera parecido a una sandalia por dejar los dedos afuera, todo lo demás de la pieza era cerrado y bien sujeto al tobillo. Así de firme debe ser todo aquel que cree. La persona que afirma los pies en el Evangelio está siempre lista para enfrentar sus luchas y para hablar del poder que hay en esa Palabra. No sufre vergüenza, porque sus pies, estables en el poder de la Palabra de Dios, están constantemente preparados para luchar contra el reino de las tinieblas.
El apóstol Pablo ya había revelado el poder del Evangelio en la carta a los Romanos:
«Porque no me avergüenzo del Evangelio, pues es el poder de Dios para la Salvación de todo el que cree;» Romanos 1:16
Vea que el Evangelio tiene poder para deconstruir sofismas, miedos y dudas, así como para construir una fe sólida para mantenernos en comunión con el Altísimo. Por eso, hermosos son los pies de los que tienen disposición y rapidez para llevar las buenas nuevas de la Salvación a los que sufren:
«¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la Salvación, y dice a Sión: Tu Dios reina!» Isaías 52:7
Obispo Júlio Freitas
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