Un gerente conversaba con un joven empleado que se quejaba constantemente de sus compañeros y debido a eso no tenía amigos en la empresa. El empleado decía: – No soporto a Francisco, piensa que es mejor que los demás y es orgulloso.
– Pero es alegre y participativo – recordó el gerente.
– ¿Y Sabrina? Piensa que es el ombligo del mundo. Es verdad que ayuda a sus compañeros pero es una pesada. Sebastián vive mostrándose solo porque conoce más el manejo de la de la empresa.
– Recuerde que es un comodín y ayudó mucho acá.
Al ver que el empleado solo veía el lado negativo de las cosas, el gerente le pidió que lo acompañara. Tomó un poco de azúcar de la cocina y fue hasta el patio, donde tomó algo de arena del suelo. Mezcló el azúcar cristal con la arena y colocó la mezcla cerca de un hormiguero. Después de algunos minutos, una hormiga descubrió el azúcar y les avisó a las demás. En poco tiempo, hicieron una hilera y el empleado sorprendido, se dio cuenta de que las hormigas cargaban solo los granos de azúcar y depreciaban la arena.
– Todas las personas son como este montoncito de arena mezclada con azúcar -dijo el gerente. – Seamos sabios como las hormigas. Vamos a aprovechar el lado bueno de las personas de la empresa.
Lección:
Nada es perfecto, pero siempre podemos tener buenos ojos para todo y buscar el lado positivo de cada situación. Ya que así evitaremos señalar con el dedo el defecto de los demás y estaremos valorando lo mejor que existe en las personas y en la vida.