Matan más que muchas guerras o catástrofes naturales. Según el Informe Mundial sobre Drogas de 2013, publicado la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crímenes (UNODC, sigla en inglés), mueren por día, en todo el planeta, más de 500 hombres, mujeres y niños – aproximadamente 253 mil por año – por el uso de estupefacientes ilegales. En el mismo documento, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alerta sobre el uso creciente de drogas legales, como las “nuevas sustancias psicoactivas” (NSP) o los estimulantes sintéticos, que toman víctimas directa e indirectamente.
Mientras el índice del consumo de drogas ilegales permanece estable, según el estudio (lo que no significa que es pequeño), el número de consumidores de las NSP crece pavorosamente. No son pocas las malas noticias en los medios internacionales sobre personas que “turbinan” mente y cuerpo para rendir más en el trabajo y en el estudio con el uso de esos medicamentos.
Lo que el documento no computó fue el número de víctimas indirectas de ambos tipos de estupefacientes. No entraron en los índices, por ejemplo, de personas atropelladas por un conductor alcoholizado, víctimas por actos violentos de personas drogadas o alcanzadas por el fuego cruzado entre facciones de traficantes (o con la policía). Tampoco se consideraron las “víctimas vivas”: familias enteras destruidas por el hecho de que uno de sus miembros está en los vicios.
Los números realmente asustan. Cerca del 6,9% de la población mundial, entre 15 y 64 años, consumió algún tipo de droga nociva, al menos una vez en 2011 – un 9% más que el año anterior. Porcentualmente, parece un número pequeño. Pero esos 6,9% significan hasta 315 millones de personas.
La búsqueda de drogas no se redujo, según el estudio. Este no tiene en cuenta el aumento de nuevas sustancias psicoactivas disponibles legalmente en el mercado ni su creciente consumo. En 2009, eran 166 las nuevas sustancias de este tipo comercializadas en el planeta. A mediados de 2012, el número subió a 251 – más del 50% en solo 3 años. Un problema de salud pública global, según el UNODC. Esas NSP tienen efectos como comportamiento agresivo, intoxicaciones e inducción al suicidio. Y mucha gente las consume creyendo que va a tener una “renovación” en su productividad, o porque se integrará mejor socialmente. Dichas drogas pueden ser más peligrosas que las drogas ilícitas tradicionales, según los especialistas de la institución internacional.
La tan conocida “renovación” en el poder adquisitivo de algunos países latinoamericanos también tuvo sus efectos negativos. “El consumo de cocaína creció sustancialmente en Brasil”, seguido por Costa Rica y Perú, afirma el informe de la ONU. El uso de estimulantes fabricados, en su conjunto, también está aumentando en Suramérica –en Colombia, el estimulante y alucinógeno 2CB presuntamente se ha vuelto popular en los clubes nocturnos de Bogotá, mientras que miles de cápsulas de drogas sintéticas fueron incautadas en Lima en enero–.
Vale recordar que, entre las NSP, están las drogas como el éxtasis, vendidas abiertamente con nombres inofensivos. Algunas NSP son ligeras modificaciones en la estructura molecular de medicamentos controlados, lo que burla la prohibición, ya que son compradas legalmente.
También es bueno destacar los efectos del cigarrillo y del consumo irresponsable de bebidas alcohólicas, otros tipos de drogas legalizadas, con efectos nada diferentes a los citados.
Muerte espiritual
Espiritualmente hablando, las drogas no están lejos de figurar como una clara señal apocalíptica. El vicio en substancias prejudiciales al organismo, está comprobado, es una enfermedad – algo que se relaciona directamente con la Peste citada en Apocalipsis, uno de los Cuatro Caballeros del último libro de la Biblia.
Los alarmantes índices de pérdidas de vidas no dejan de comprobarlo. Hagamos las cuentas: el informe de la UNODC dice que hay alrededor de 250 mil muertes en 1 año. Los bombardeos atómicos en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, al final de la Segunda Guerra Mundial, mataron a más de 200 mil personas el día de los ataques y en los 4 meses siguientes (no entraron en el cálculo los que murieron poco a poco a causa de la radiación, bajo mucho sufrimiento, en las décadas siguientes). Por lo tanto, las drogas ¿pueden o no ser armas de destrucción en masa? Son agentes bastante activos del propio pecado, porque apartan a la persona de Dios, reservándole la perdición.
Un adicto se transforma en un muerto en vida. También destruye las vidas de los seres queridos que no logran ayudarlos y sufren por eso. Además, una persona inconsciente, cuando muere, no tiene manera de dar los pasos correctos rumbo a la Salvación prometida por el Señor Jesús, quien ama y se relaciona verdaderamente con Dios. Por eso, muere cautivo a la condenación eterna, pues la droga embotó su percepción de todos los sentidos.
El número creciente de adictos, según los datos de la ONU, se ve más peligroso al analizarlo con parcialidad espiritual. No es solamente un problema de salud pública mundial, como fue divulgado en este informe. Tampoco constituye solo la diminución de la calidad de vida en general. Es uno de los aspectos más tenebrosos del Apocalipsis, actuando día tras día, y en el presente, ante nuestros ojos.
Quien auxilia a alguien a salir del camino de las drogas está ayudando mucho más de lo que se imagina.
Es posible ser libre de la esclavitud espiritual y física de las drogas. Los días viernes la Universal realiza reuniones enfocadas a este tipo de problemas. Lo esperamos a las 8, 10, 12, 16 y principalmente a las 20 hs. en Av. Corrientes 4070 Almagro.
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