Muchos obreros, pastores, CPO, auxiliares y evangelistas se equivocaron cuando se entregaron al cansancio espiritual y emocional al ver que…
- su pareja AÚN NO se convirtió.
- su problema económico AÚN NO fue resuelto.
- su vida amorosa AÚN NO está realizada.
- AÚN NO pudo comprar su casa propia.
- su familia AÚN NO no quiere buscar de Dios.
- AÚN NO ha sido usado por Dios como le gustaría.
- AÚN NO ha alcanzado la realización profesional.
- AÚN NO eso o AÚN NO lo otro.
Cansados de esperar, están irritados, tristes, pensando en entregar su Honor de Servir para resolver problemas familiares, laborales o sociales. No podemos desanimarnos, aunque seamos «secuestrados», debemos confiar.
Muchos entregaron el uniforme, la chomba, la responsabilidad que se les había dado en un grupo, o el título que habían recibido debido a la unción que les fue confiada como colaboradores u obreros, porque se entregaron al cansancio espiritual.
- Despreciaron lo más difícil que ya habían alcanzado: la Unción del Espíritu Santo, el Sello de Dios para servirlo como Embajadores de Cristo, como siervos del Dios Vivo.
- Confundieron las cosas. El primer semestre pasó y aún no pudieron alcanzar sus sueños y objetivos, los problemas que tenían se agravaron y equivocadamente pensaron que no estaban bien. No estaban en pecado ni tenían problemas de carácter, dentro de ellos había sinceridad, fe, devoción y amor, pero se cansaron.
- Este cansancio emocional, espiritual y físico afectó su servicio a Dios, su Misión, y le entregaron lo que les había sido confiado a las potestades del aire, que son las clases de demonios que no se manifiestan, pero que no paran de trabajar en nuestra contra 24 horas por día para que seamos reprobados como siervos de Dios.
Hay una guerra espiritual constante en nuestra contra, porque ellos saben que somos humanos y tenemos sentimientos.
- Usted no puede entregarse a estos sentimientos por aún no haber resuelto sus problemas, o por no haber alcanzado sus objetivos y realizado sus sueños.
- El Sueño de Dios es superior a nuestros sueños y Sus Objetivos son mayores a nuestros objetivos.
- Los problemas más grandes no son los nuestros, sino los de las personas que Dios nos envía a la iglesia diariamente, así como un día nos envió a nosotros, descreídos, adictos, depresivos, desahuciados, endemoniados, soberbios, religiosos o ateos. Esos sí son problemas graves, y nosotros tenemos la Palabra, la Fe, la Unción, la Autoridad y la Sabiduría de Dios para ayudarlos a que se liberen, se conviertan y nazcan de nuevo.
Dios me mandó a que les hablara a ustedes, independientemente del título que tengan en la Obra, para que no confundan las cosas.
- Vea conmigo lo que está escrito en Génesis, capítulo 40, versículos 14 y 15.
- José estaba sintiendo el peor de todos los dolores.
“… solo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien, y te ruego que me hagas el favor de hacer mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa”. Génesis 40:14
- José había sido odiado, envidiado, preso, rechazado, condenado y vendido por sus propios hermanos por parte de padre, como si fuera un esclavo, sin haber hecho absolutamente nada, solo por creer en el sueño que Dios le había dado.
- El Altísimo le dio ese sueño a él, no a sus hermanos ni a su padre. Cuando Dios nos da un sueño y nos revela una fe, esa fe es personal, nos fue revelada a nosotros. No podemos esperar que los demás crean como nosotros, porque es a nosotros a quienes nos fue revelada.
José fue fiel a Dios, fue tentado por la mujer de Potifar y huyó de ella, terminó en el calabozo, preso, humillado, discriminado y maltratado, pero, aun así, no se entregó al cansancio espiritual. Por ese motivo, Dios lo usó aun estando allí.
- El cansancio físico y hasta el emocional son normales, porque nuestra rutina es muy intensa y nuestra fe es activa, nosotros somos un cuerpo vivo y fuerte, los músculos de la fe siempre están en ejercicio. A veces hay cansancio físico, pero no puede haber cansancio espiritual, porque, si hay cansancio espiritual, empezamos a confundir las cosas.
- José estaba yendo muy bien. En la cárcel, seguía siendo usado por Dios, incluso lo pusieron como encargado, porque no hacía las cosas de cualquier manera; bendijo a las personas que le querían mal, dando ejemplo de vida, de carácter, de fe y de devoción al Dios Vivo; es decir, no era un preso más ni pensaba que era un extranjero entre los egipcios como para no preocuparse por ellos.
José cuidaba la cárcel como si fuera su casa.
- A veces les falta eso a algunos obreros, evangelistas y colaboradores, cuidar el grupo, la Obra de Dios, a las personas que Dios les ha confiado como si fueran una “casa”.
- Casa es sinónimo de familia.
- José abrazó esa causa e interpretaba los sueños con sinceridad.
No podemos renunciar a nuestros valores en las cárceles de la vida a las que somos arrojados, debemos mantenernos libres en nuestro espíritu, en nuestro servicio a Dios.
- Sin embargo, José cometió un error. Él estaba yendo muy bien, pero, cuando se iba a sacar un 10, dijo: “Acuérdate de mí cuando estés con Faraón”. Satanás agarró eso, ¿y sabe qué pasó? Se olvidaron de él. Porque la vida es así, el que espera algo de los demás siempre terminará frustrado. Si usted espera algo de la iglesia, del obispo, del pastor o del responsable del grupo siempre estará frustrado, porque son humanos.
José tendría que haber esperado que Dios lo sacara de esa cárcel en el momento adecuado, porque no había ido allí por delitos o pecados.
- Si está pasando por una situación delicada o sufriendo una injusticia; si se siente en una cárcel por un problema familiar, físico o económico, o incluso en la Obra de Dios, porque no cuentan con usted como le gustaría, manténgase en espíritu, no juzgue, no se excluya, no desanime y no espere que nadie se acuerde de usted, porque si tiene esta esperanza se frustrará.
- Manténgase en espíritu, mantenga su sacrificio vivo, no murmure, tenga cuidado con su lengua, porque rendiremos cuenta de cada palabra que sale de nuestra boca.
- Ame a Dios con toda su mente, no es una sugerencia, sino un mandamiento de Dios, amarlo con toda nuestra mente; ocupe su mente con Sus pensamientos, con Su Palabra, con los testimonios, con el mensaje del Obispo Macedo; no use excesivamente las redes sociales, los medios de comunicación ni las informaciones que no le suman nada útil a su inteligencia, a su cultura ni a su salud mental.
José dijo así:
“Porque la verdad es que yo fui secuestrado de la tierra de los hebreos, y aun aquí no he hecho nada para que me pusieran en el calabozo”. Génesis 40:15
- Yo también me sentí secuestrado, incluso en la Obra de Dios, llevado a una situación a la fuerza.
- Él tenía la conciencia limpia, sabía que no había hecho nada para ser secuestrado ni para estar en un calabozo, no era un delincuente, un malhechor ni un incrédulo, sino un siervo de Dios. En su espíritu estaba libre. Pero, cuando las semanas y los meses empezaron a pasar, se dio cuenta de que había sido olvidado.
- Recapacite, reaccione, usted siempre será olvidado por los hombres, pero NUNCA por Dios, a Quien sirve.
- Recapacite allí, en su calabozo, en su prisión, haga como si fuera su casa, haga de esa situación desagradable su casa, pero no en el sentido de conformarse. Siga sirviendo a Dios y Él no Se olvidará de usted, al contrario, lo hará salir de allí, no para su gloria, no para que usted aparezca, sino para que Él sea Glorificado.
- Aunque se sienta secuestrado, no debe sentirse lejos de Dios…
- lejos de Su Altar,
- lejos de Su Obra,
- lejos del pueblo que Él le confió en su barrio, ciudad o provincia,
- lejos de su grupo.
Ya sea que su iglesia sea pequeña, mediana o grande, lejos de Dios NUNCA, JAMÁS, porque Él lo llamó para que Lo sirva. Aunque a veces se sienta secuestrado por las circunstancias, nunca debe sentirse así espiritualmente.
- Más importante que realizar sus sueños es realizar el Sueño de Dios, que es ganar almas; una más cada día, cada semana, cada mes.
- Nuestros sueños pueden hacernos sentir realizados por algunos días, semanas, meses, años y décadas, ¡pero solo el Sueño de Dios nos realiza por toda la Eternidad!
- No vea a su familia, su matrimonio, la Obra de Dios, su trabajo, su grupo o la Iglesia como un calabozo, una celda, porque no lo es. No obstante, si no está bien espiritualmente, así lo verá, e intentará salir de ahí a su manera, cuando en realidad fue Dios el que permitió que esté ahí para servirlo a Él.
- No podría ayudar, servir y evangelizar a las personas si estuviera en otro lado, en otro lugar.
- Podemos estar cansados por las muchas luchas, tribulaciones, responsabilidades, desafíos y compromisos, pero desanimados nunca, ¡jamás!
- Mi Señor no Se desanimó de mí, no Se desanimó de mi alma cuando estaba perdido, así que nunca, jamás, me desanimaré de Él y de las almas que Él me ha confiado para cuidar y aun alcanzar por medio de mi testimonio de vida, fe y carácter.
Vea lo que dice en el versículo 1 de Génesis 41:
“Y aconteció que al cabo de dos años, Faraón tuvo un sueño…”. Génesis 41:1
- José no salió como había pedido, deseado, planeado o esperado, sino como Dios había planeado.
- Él necesitaba pasar dos años más allí dentro, necesitaba pasar por eso. De esta manera, cuando saliera, no lo haría para mandar, sino para servir aún más, servir a toda una nación.
- Dios estaba preparando a José y hoy lo está preparando a usted, no se rinda, no entregue el uniforme, la unción, ni la responsabilidad que Dios le confió, por más pequeña que sea. Tenga cuidado, porque el Altísimo ve todo con mucho cariño, Él observa los detalles. Lo que nadie ve, lo que nadie observa, Dios y satanás lo observan, principalmente cuando estamos solos y nadie nos ve ni nos escucha.
Al cabo de dos años, Faraón tuvo un sueño y buscó por todos lados a alguien que lo interpretara, enojado por no poder encontrarlo, Dios hizo que aquel hombre que había estado preso con José se acordara de él y lo buscaran. Lo más fuerte de esta historia viene ahora, en el versículo 16:
“José respondió a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios dará a Faraón una respuesta favorable”. Génesis 41:16
- ¡Sufra satanás! José seguía siendo humilde, seguía dependiendo de Dios. Él mantuvo su unción y valoró su responsabilidad espiritual y moral delante de la mayor autoridad de la época: “No está en mí, sino en Dios, a Quien sirvo y conozco, y en Quien creo, Él le dará la respuesta favorable”.
- Si usted está en una prisión, tenga cuidado con su lengua, con su mente y con su corazón, guarde esas tres cosas que están relacionadas entre sí, y no se entregue al cansancio, no se desanime, aguante firme.
¿Qué es lo más importante? Guardar la fe hasta el último suspiro, firme y fiel.
- Como los primeros cristianos, que murieron quemados vivos, decapitados o comidos por bestias. Ese no era el fin que ellos querían, esperaban o soñaban, pero, si a usted le toca enfrentar lo mismo, enfrente la muerte con violencia, hágalo de cabeza erguida y diga: “Yo no le temo a la muerte, ella me teme a mí. El cuerpo volverá al polvo, me dolerá por un instante, pero después sonreiré por toda la eternidad”.
Si está en un calabozo, sepa que si Dios está permitiendo que esté ahí es para que madure y aprenda. Cuando salga, póngase siempre en el segundo lugar y no se olvide de estas palabras: “No es por mí, sino por el Señor”.
- La Obra no la hacemos nosotros, sino Dios a través de nosotros.
- No se excluya, no se condene, no acepte estar desanimado, triste, apagado, enojado ni amargado. Si llora, hágalo por dentro; por fuera, sonría y asuma la fe que hemos enseñado y vivido. Las luchas son de cada uno, por eso, que cada uno lleve su propia cruz con fuerza y vigor espiritual.
Obispo Júlio Freitas