Educar a su hija Déborah Louise, de 9 años, siempre fue un desafío para Christiane Dantas, de 35 años. (Foto de al lado) Desde muy pequeña, la niña derrochaba energía y presentaba un “temperamento difícil.” En el intento de controlarla, Christiane recurría a castigos, críticas y reprensión.
El autoritarismo era la base de la relación entre ellas. “Ella siempre fue hiperactiva y yo tenía problemas. Las personas exigían ciertas actitudes de ella y me exigían a mí también. Yo me descargaba con ella”, recuerda. La táctica, sin embargo, no funcionaba. “Ella no cambiaba y yo me frustraba”, afirma.
Hace algunos meses, Christiane pasó a coordinar reuniones de madres en actividades promovidas por el proyecto T-Amar, en Teresina (PI). “Aprendí a respetar las diferencias, sin dejar de educar y exigir. Antes, yo era intransigente, decía mi punto de vista y punto final. Ahora, aprendí a dialogar y a oír”, destaca.
Déborah se acercó más a la madre y estuvo más atenta a sus consejos. Christiane también cambió. “Intento tener más paciencia, elogio sus aciertos y trabajo sus puntos débiles. Aprendí a no cortar sus alas, sino a guiar su vuelo”, dice.
¿Qué es el T-Amar?
Ser madre es realmente una tarea difícil. Y fue pensando en las dudas y en los dilemas enfrentados por las madres que el T-amar fue creado en el 2012. La coordinadora nacional del proyecto, Edineia Dutra, (foto de al lado) explica que la iniciativa reúne a mujeres de todas las edades con algo en común: tener una preparación emocional y espiritual en la crianza de los hijos. “Nuestro objetivo es amparar cariñosamente, apoyar y aconsejar a las madres. Trabajamos para que aprendan a vencer sus desafíos personales y familiares.”
Actualmente, el proyecto atiende a miles de madres en todo Brasil y cuenta con el apoyo de 1.150 voluntarias. Ellas participan de encuentros mensuales, intercambian experiencias, reciben orientaciones y aprenden a aplicar los consejos por medio de tareas prácticas. Las actividades se realizan en diversas unidades de la Universal. Hay muchas mujeres que nunca recibieron el apoyo de los padres de sus hijos, viudas, divorciadas y también mujeres que comparten la responsabilidad de educar con los padres.
En el proceso, Edineia agrega que las madres descubren que autoridad es diferente de autoritarismo y que el buen uso de la palabra provoca resultados sorprendentes. “Ellas también perciben que un gesto cariñoso puede más que mil palabras”, cuenta.
Sin control
Muchas madres llegan al T-Amar al percibir que perdieron el control parcial o total sobre sus hijos. En muchos casos, la autoridad de ellas es ignorada. Esa era la sensación de Sheila Feijó, de 48 años, que participó por primera vez en una reunión del T-amar en Viamão (RS). “Tengo dificultades con mi hijo mayor, él se involucró con las drogas. Hacía tiempo que no conversábamos sin discutir. Atendiendo una tarea sugerida en la reunión, decidí hacerle un desayuno y le escribí una tarjeta diciéndole que lo amaba y que podía contar conmigo. Él está más cariñoso y le pedí perdón”, dijo.
Sheila afirma que el proyecto también la está ayudando con sus otros hijos – una joven de 20 años y un joven 26 años – y con el nieto, de 11 años. “Me renuevo en cada encuentro y aprendo a ser una mejor madre”, resalta.
Equilibrio
Lígia Maria dos Santos, de 32 años, comenzó a frecuentar las reuniones del T-amar a mediados del 2015, en Del Castilho (RJ). En esa época, ella enfrentaba el fin de un matrimonio de ocho años, la muerte de la madre, la depresión del padre y el despido del trabajo. Los problemas se reflejaron en la relación con su hija Laura, de 7 años. “Todo eso se mezcló con el sistema psicológico y el lenguaje de Laura. Dejé de jugar con ella y de sonreír.”
Las dos ya pasaron por tratamiento médico, pero la recuperación aún no era completa. “El equipo del T-amar es muy unido y me dio cariño y atención. Aprendí que debo tener momentos para sentarme y jugar con mi hija”, destaca. Laura logró superar los problemas en el habla y mejoró el desempeño escolar. “Aprendí que puedo crecer como mujer y madre.”
Por otro lado Isonete da Silva, de 34 años, (foto de al lado) comenzó a participar de las reuniones del T- Amar en San Pablo (SP) porque se sentía sobrecargada. Ella cuidaba sola a su hijo David, de 3 años. “Era agresiva, lo golpeaba y él respondía con agresividad, se molestaba. Hoy intento conversar, le explico las cosas. Él está más tranquilo, más obediente”, concluye.
Cómo participar
Los encuentros se realizan todos los segundos domingos del mes en las principales capitales de Brasil.
Ingrese aquí, para ver el proyecto en la Argentina: https://www.facebook.com/Proyectot.Amar/
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