Japón es mundialmente conocido por la evolución y la tecnología de avanzada.
Un pueblo de espíritu aguerrido que sobrevivió y, con dificultades, se levantó después de la 2.a Guerra Mundial.
Un país que es constantemente alcanzado por las catástrofes naturales, lucha para disminuir los números que lo posicionan en el ranking mundial entre los 10 países con mayor número de suicidios.
La presión comienza desde temprano, aún en la escuela, donde millares de niños son víctimas de bullying.
El bullying es una realidad en las escuelas, calles e incluso en la familia, un sufrimiento que lleva a jóvenes y adolescentes al suicidio.
Una investigación realizada el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, en 2014, afirmó que el 37% de los niños tenían el deseo de morir.
En 2010, una estudiante de 11 años, víctima de bullying por los compañeros de clase, se suicidó. Ella era atacada constantemente con frases ofensivas como: “Hueles mal”, “El aire se está contaminando por tus gérmenes”, “Muérete”, etc.
Históricamente, el segundo semestre escolar está marcado por el mayor número de índice de suicidios de jóvenes entre los 10 y 19 años. Para muchos niños, el peso de la ‘supervivencia’ es algo insoportable.
En 2014, Japón registró el suicidio como la primera causa de muerte para las personas de entre 10 y 19 años. Según los últimos datos oficiales emitidos en diciembre de 2015, 24.554 personas cometieron suicidio. De estos, 529 eran personas con edades de hasta 19 años.
La japonesa Masayo Itakura, que también fue víctima de bullying en la escuela, sufrió con traumas hasta la vida adulta. Desde la infancia, cargaba el deseo por la muerte. Infeliz y vacía, se involucró con varios tipos de drogas, y en uno de sus peores momentos, recordó todo el sufrimiento de la infancia, y el deseo de morir se volvió constante.
Ella cuenta cómo su vida cambió al entender la importancia del Espíritu Santo y al buscarlo con todas sus fuerzas.
“Después de recibir el Espíritu Santo, aprendí a perdonar a las personas. Hoy realmente la alegría y la paz rebosan de adentro de mi corazón.” – Masayo Itakura
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