Del 3 al 23 de marzo se realiza el “Ayuno de Zacarías”, un propósito inédito en la Universal con el objetivo de transformar tu manera de pensar, hablar y, en consecuencia, todo lo que te rodea.
Lo que tenés que saber:
Zacarías era un sacerdote justo y, junto a su esposa Isabel, servían fielmente a Dios. Ambos eran ancianos y no tenían hijos. Pero en un momento, el ángel Gabriel apareció con una gran noticia: Isabel quedaría embarazada, y su sueño finalmente se haría realidad (leé Lucas 1:5-22). El problema fue que el sacerdote mostró cierta duda.
“Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas. Y he aquí, te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo”. Lucas 1:18-20
La verdad es que el ángel lo dejó mudo para que no dijera tonterías. No fue un castigo, sino algo necesario para que no interfiriera en los planes de Dios. Ese es el gran problema del ser humano, especialmente de los cristianos: creen por un momento, pero enseguida demuestran dudas, temores y miedos. Por ejemplo, vos hacés tus oraciones, llevás una vida justa delante de Dios, pero si en algún momento te quejás diciendo: “Mi vida no avanza, no logro vencer”, en ese instante el diablo está ahí para decir “amén”, para estar de acuerdo con vos, con esas palabras de derrota. Puede parecer algo sin importancia para nosotros, pero no para el infierno. Cada palabra que pronunciamos tiene poder para dar vida o traer muerte, éxito o pérdida.
Reflexioná:
“Él que guarda su boca, preserva su vida; el que mucho abre sus labios, termina en ruina”. Proverbios 13:3
Muchos se están destruyendo a sí mismos y a los que los rodean por las palabras negativas que dicen: cuando se quejan, maldicen, lamentan, critican o juzgan. El objetivo de este propósito es no confesar nada negativo o perjudicial, ni para nosotros ni para los demás, durante estos 21 días. Se trata de vigilarse y eliminar del vocabulario todo lo malo, al mismo tiempo que incorporás palabras de gratitud y fe.
Participá en una reunión en el Templo de los Milagros o en la Universal más cercana para saber más sobre este tema.