Oiga la alerta del Espíritu:
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es Aquel que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el Espíritu de verdad y el espíritu de error. 1 Juan 4:1-6
Si solo existiese el Espíritu Santo, nuestro Dios no nos advertiría para que vigiláramos la embestida de otros espíritus contra nuestra alma y fe, como observamos en el texto anterior. ¿Y por qué todo ese cuidado?
Si solo existiese el Espíritu Santo, nuestro Dios no nos advertiría para que vigiláramos la embestida de otros espíritus contra nuestra alma y fe, como observamos en el texto anterior. ¿Y por qué todo ese cuidado?
Porque es impresionante cómo somos cuidadosos y vigilantes con los de afuera o los que no tienen conexión emocional con nosotros, a la vez que somos descuidados y tolerantes con aquellos que están cerca, en nuestro círculo de amistades y, en especial, con los que viven con nosotros en el ambiente de las “congregaciones”.
Si una mujer incrédula e insinuante se aproxima, reprendemos. Si un compañero de trabajo critica nuestra fe, nos apartamos de él. Si alguien sugiere un fraude o un robo, decimos: ¡JAMÁS!
Pero cuando alguien con quien caminamos en la Fe o en la Obra se sienta a nuestro lado y comienza a hacerle críticas al trabajo, intentando convencernos de que todo nuestro sacrificio para agradar a Dios es en vano y que, una vez salvo, salvo para siempre, ¿cómo reaccionamos? ¿Reprendemos o nos apartamos y la toleramos porque siempre fue tan buena y amigable con nosotros?
El Señor Jesús amaba a Pedro, el cual después llegó a ser el primer líder de la iglesia, pero vea cómo reaccionó cuando vio y oyó a “otro espíritu” saliendo a través de su boca:
Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de Ti; en ninguna manera esto Te acontezca. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de Mí, Satanás!; Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Mateo 16:22-23
Para blindar la Salvación y la Fe es así que se hace. Hay que ser rápido para reaccionar, reprendiendo y rechazando a aquella semilla del infierno, pues, ese espíritu engañador es revelado a través de la boca de quien él usa.
Probar el espíritu de una persona es estar bien atento a lo que destila su boca, ya que la boca siempre va a hablar de lo que está lleno el corazón.
Ahora, claro, la práctica de esta prudencia es más fácil de desarrollar en quien es bautizado con el Espíritu Santo, ya que el discernimiento de espíritu es fruto del “ESPÍRITU”.
Una buena oportunidad: “AYUNO DE DANIEL”, ¡y aún hay tiempo!
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Comentarios
Karina
Obispo, mal puedo contenerme de esta felicidad…
Estaba oyendo la Palabra Amiga, y cuando usted explicó que la sed de tener el Espíritu Santo es dada por el Propio, fue como si una venda me hubiese sido arrancada de los ojos. Estaba en mi trabajo y no podía parar, pero aun así fui hasta el baño y comencé a buscar a mi Señor. Obispo, el teléfono de mi escritorio comenzó a sonar, mi celular comenzó a sonar, tuve dolores en las rodillas, pero aun así no paraba de alabar y buscar cada vez más y más alto. No me importaba lo que estaba del lado de afuera del baño. Solo quería tener el Bien más precioso de mi vida.
Y fue con simplicidad y sutileza que recibí el ESPÍRITU SANTO. No sentí nada, realmente nada, pero mi voluntad de reír, (así como lo estoy haciendo ahora) fue instantánea… ¡Ah, qué día mi SEÑOR!
Obispo, Le doy gracias a Dios por la voluntad de beber, por la necesidad de beber, y por la saciedad que Él me dio.
¡Que Su nombre sea alabado eternamente!
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Gabriel Araujo
¡Obispo! ¡Encontré a Dios en el pozo! En el fondo del pozo…Bien allá ¡realmente en el fondo!
Fui obrero alrededor de un año y medio, pero salí porque no hay cómo soportar las luchas sin tener el Espíritu Santo. Pero gracias a Dios no me aparté – por lo menos de la iglesia, aunque estaba a años luz de la presencia de Dios. Continué en la iglesia pero vi desmoronarse todo a mi alrededor, no tenía perspectiva de una vida mejor aun estando adentro de la Iglesia.
Solo de recordar todo lo que pasé, las lágrimas de indignación vienen a mis ojos.
Obispo, yo vi bultos, ¡escuché voces que me sugerían que matara a mi esposa y después me suicidara! Vivía tan perturbado que tenía ataques y comenzaba a morder y a golpear mi propio cuerpo al punto de casi perder el sentido.
¡Mi fe se había desmoronado!
Incluso cuando abría la Biblia, el diablo me mostraba versículos que me dejaban aterrorizado. Por ejemplo: “Es imposible que los que hayan participado del Espíritu Santo vuelvan a levantarse…” o “…mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino y lo hubieran echado al mar, que hacer que alguien tropiece…”
Sumando a eso todas las acusaciones diabólicas en mi mente, ¡yo estaba volviéndome loco!
Perdí mi trabajo, fui desalojado, enseguida mi esposa quedó embarazada, entré en depresión, no tenía ánimo para salir de la habitación, pasaba los días encerrado en la oscuridad de mi cuarto, hasta que mi esposa me dejó y se fue.
¡Y todo eso sucedió conmigo frecuentando la iglesia asiduamente!
¡No sabía qué hacer! Hasta que recibí un golpe.
Mi pozo era tan hondo, que cuando miré para arriba, no veía más la luz.
¡Entonces cavé!
Obispo, cavé tan hondo, tan hondo, ¡que encontré la Fuente! ¡Y bebí de ella!
Fueron semanas de mucho clamor, ¡día y noche!
No podría haber soportado todo eso sin el Espíritu Santo, entonces Lo busqué, me humillé. ¡Fueron muchas madrugadas! ¡Muchas veces con la cara en el inodoro!
Y cuando menos lo esperaba, ¡encontré la Fuente de Agua Viva! ¡Y no tengo más sed! ¡¡¡Tengo la absoluta certeza de que NUNCA MÁS TENDRÉ SED!!!
Y como si no bastase que el propio Dios descendiera sobre mí, mi vida empezó a cambiar delante de mis ojos.
Mi esposa está siendo transformada. ¡Creo que en este Ayuno de Daniel ella va a recibir también lo que yo recibí!
Depresión, acusaciones, dudas, perturbaciones, ¡eso ya no existe más!
Es como si no conociese esas palabras. Pues está escrito:
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.” Apocalipsis 12:10
Y aun con luchas, ¡yo tengo paz! Mejor dicho, ¡tengo placer en las luchas! Hoy yo canto con todo placer:
“¡En el pozo Te encontré! Y sed nunca más sentí, Te debo tanto a Ti, Te debo tanto a Ti. ¡Tornaste mi desierto en un jardín!”
Para quien no tenía más razón para vivir y mucho menos esperanza de ser feliz, ¡hoy puedo respirar en paz! ¡Miro alrededor y veo muchas luchas! Incluso amenazas de muerte, pero una sonrisa viene a mi rostro, ¡porque yo sé que el diablo nunca más va a tocar la vida de un nacido de Dios! Y ese demonio que me amenazó ya está en el infierno, reprendido, encadenado, ¡y nunca más va a salir de allá!
¡Muchas gracias, obispo! Por disponerse a ser usado por Dios. Si no hubiera sido por la fe que usted tiene, ¡hoy millones de almas estarían sin rumbo como estaba yo!
¡Un abrazo!