“Ese es Mi Hijo amado”
Quien tiene oídos oiga lo que el Espíritu dice:
Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre Él.
Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres Mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia. Marcos 1:9-11
Meditando en esta palabra, llego a preguntarme, ¿por qué el Señor Jesús, siendo el propio Hijo de Dios, tuvo que bautizarse en las aguas y el Espíritu Santo tuvo que descender sobre Él?
Pienso que para dejar el modelo de cómo sucede con aquellos que se arrepienten sinceramente de sus pecados y se rinden a los Pies del Altísimo, deseando ardientemente seguir una vida nueva y limpia en que su esencia es obedecer a la Palabra de Dios y andar en Sus caminos.
Sacrificando su carne, sus sentimientos, lo que son (sacrificio espiritual como prostitución, adulterio, deseos ilícitos, etc.) y lo que poseen (sacrificio material como el corazón en el dinero, en los bienes, en los hijos, etc.), para recibir el Mayor Tesoro que un ser humano puede tener: el bautismo del Santo Espíritu.
Cuando el Señor Jesús ve esa disposición, esa sed en el alma de un candidato al bautismo de Su Espíritu, entonces los cielos se rasgan y el Espíritu Santo desciende sobre él e inunda su ser.
Los que están alrededor, no logran oír esa voz que viene de los cielos, tal vez ni la propia persona la oye, pero el mundo espiritual, tanto los ángeles celestiales como, principalmente, el infierno entero, oyen alto y con buen sonido:
“Tú eres Mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia.”
En otras palabras:
“¡Atención ángeles, arcángeles, querubines y serafines! Sírvanle en lo que él necesite, guárdenlo de todos los males. Nació un hijo amado más. Y, atención infierno, a partir de ahora ‘ESTE ES MI HIJO’. Nadie osará tocarlo, de aquí en adelante él cargará Mi sello, Mi ADN.”
Gracias a Dios.
Veo que esa es la propuesta del Espíritu Santo para este Ayuno de Daniel.
Y usted, ¿está dispuesto a renunciar a todo lo que tiene y a todo lo que es para tornarse un intocable hijo de Dios cargando en sí Su ADN?
Piénselo.
Colaboró: Obispo Sergio Correa.
Comentarios
Gabrieli Beretta
¡Buenas tardes, obispo!
Mi nombre es Gabrieli y soy de Criciúma, quería dejar mi comentario sobre el Espíritu Santo.
Siempre fui una persona que dudaba de todo, siempre dejaba que los pensamientos de dudas entraran en mi mente, pues pensaba que era yo la que pensaba así.
Hoy sé que era el propio diablo que lanzaba los pensamientos negativos y yo lo alimentaba.
Estuve unos tres años y medio en la Iglesia buscando al Espíritu de Dios, pero nunca Lo recibía. Fue cuando me lancé contra el diablo, hice la Hoguera Santa, y lo que más me dolió sacrificar no fue dinero, sino todas mis dudas. Había días en que mi voluntad era sentarme en la cama y llorar pues el diablo me atacó con todo. Las 24 horas del día él intentaba lanzar pensamientos de que yo no iba a recibir el Bien Mayor de Dios, que un traficante o una prostituta podían llegar a la iglesia y al instante recibir el Espíritu Santo, pero yo no podría…
Mire obispo, fui a vender dulces por la calle y el diablo estaba allá intentando arrojar dudas en mi mente.
Pero mi mayor sueño no era otro que el de tener el bautismo con el Espíritu Santo.
Un día antes de entregar mi voto, cerré la puerta de la habitación, separé los billetes en orden creciente, y los perfumé con mi perfume más caro, más aromático, pues mi Dios merece lo mejor…
El domingo de la entrega me senté en la primera fila, y cuando el pastor llamó a todos, no pude dejar de recordar el momento en el que le había dicho al diablo: “¡Está atada toda duda, yo creo y voy a recibir!”
Yo repetía eso hasta tener la certeza que él había huido de mí…
Está escrito: “Resistid al diablo y él huirá de vosotros”
No pude contener las lágrimas al recordar todo lo que había pasado para llegar a aquel momento.
Pero hoy es solo alegría, obispo. Al poquito tiempo, un miércoles, estaba determinada a recibir al Dios Vivo…
O Él descendía o iba a buscarlo al cielo…
Y fue en esa reunión que entró una certeza ABSOLUTA entró dentro de mí, y nunca más salió.
¡Ah, qué día, obispo!
Después al recordarlo sentía una alegría en mi interior y me reía sola tendiendo la ropa. (risas)
Obispo, solo quería dejar aquí una pequeña parte de mi historia, y decir que mientras no paré de dudar no pude recibir el Bautismo, y muchas veces las personas se encuentran así en este Ayuno.
Dios lo bendiga.
Anderson Fischer
Obispo,
Hoy, durante la programación de las 12 horas, el diablo intentó colocar un torbellino de cosas en mi mente. Trabajo, problemas, dudas, todo al mismo tiempo. Reprendí esos pensamientos, me concentré en la oración, y Dios fue misericordioso conmigo. Me mostró que todo lo que necesito es a Él y solamente a Él. Que no existe nada imposible para Él.
No sentí nada, pero tuve la certeza de que Él me había aceptado como siervo e hijo.
Comencé a reírme solo. No podía parar. Usted paró la oración y yo no logré detenerme. La calma, la tranquilidad y la felicidad que solo Dios nos puede dar. Aprendí a dudar de las dudas y recibí la certeza. Un Tesoro que tengo que cuidar para jamás apartarme de Él.
Sea usted bendecido. Sea este Ayuno bendecido.
Marcia Ramos
Acabé de nacer de Dios en este Ayuno de Daniel.
Total y completo reavivamiento.
¡Glorias!
Cristiane
¡Buenas noches mi querido obispo Macedo!
Es con un inmenso placer y satisfacción que hablo de este Ayuno de Daniel.
Ya en el segundo día a la hora del almuerzo estaba en mi habitación sola oyendo su palabra con una certeza absoluta de que se cumpliría dentro de mí, de que yo recibiría el renuevo, el avivamiento del Propio Dios en mi interior.
Fue entonces que en la búsqueda por el derramamiento del Espíritu Santo, me despojé de mí misma y dejé de lado hijo, marido, todo en aquel instante.
No me importaba nada más que entregarme de cuerpo, alma y espíritu a mi Señor Jesús.
Obispo, yo fui hablando y hablando hasta que en un exacto momento no tenía palabras para expresar y explicar la alegría que fluía de mi interior, una paz inmensa, un gozo tan enorme dentro de mí que las palabras no salían.
En ese instante solo me derramaba en lágrimas, no de tristeza sino de mucha alegría y mucha paz de espíritu.
No tengo ni palabras para expresarlo.
Sé que allí en ese instante fui renovada con el Espíritu Santo por el Poder de mi Señor Salvador Jesucristo.
¡Cuán maravillosos son estos 21 días del Ayuno de Daniel!
Obispo, les digo a todos los que están participando de este Ayuno, que es real, pero que tiene que haber una entrega total.
Hay que lanzarse y sumergirse y realmente tener mucha sed del Espíritu de Dios.
Obispo, un fuerte abrazo.
¡En la fe!