Hay personas que aún no entendieron qué es el arrepentimiento. Algunos entienden que, al bautizarse en las aguas, estarán agradando a Dios y haciendo Su Voluntad. Sin embargo, no siempre sucede. A fin de cuentas, si el bautismo en las aguas no es seguido de arrepentimiento, no es válido.
La mayoría de los que alguna vez se bautizaron en las aguas no tuvo su entrega validada, ya que, lamentablemente, lo hicieron para cumplir una obligación o porque fueron convencidos por un pastor o un obispo.
Ese tipo de bautismo puede ser identificado como de remordimiento o disgusto, puesto que está basado en sentimientos del corazón y no en una decisión de arrepentimiento y cambio. Quien va a bautizarse en las aguas y no tiene la firme decisión de cambiar su forma de pensar y actuar para hacer la Voluntad de Dios necesita saber que Él no aceptará a una persona que finge y que continuará en el pecado.
Muchas personas ya se bautizaron varias veces y nunca pasaron por el bautismo de arrepentimiento, sino por el de remordimiento, y este último no tiene ningún valor delante del Altísimo. Van a las aguas con ese sentimiento de culpa por todo lo que hicieron, pero no hay arrepentimiento en su interior, no confesaron sus errores a Jesús ni reconocieron que estaban perdidas. Así, siguen estando engañadas y, varias veces, se cuestionan por qué no reciben el Espíritu Santo. La verdad es que el camino no fue preparado para que Jesús pudiera entrar a sus vidas.
Aunque muchos lo ignoren, el bautismo en las aguas es tan importante como el bautismo con el Espíritu Santo, puesto que, cuando el primero es validado delante de Dios, obligatoriamente su confirmación viene por medio del Espíritu de Dios en el interior de la persona.