Muchos siervos de Dios del Antiguo Testamento eran bendecidos, ricos y prósperos. Isaac era tan rico al punto que el rey de los filisteos Abimelec, le dijo:
“Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho.”, (Génesis 26:16).
José que fue vendido como esclavo prosperó y se enriqueció mucho en la tierra de Egipto, donde fue considerado el segundo hombre más rico e importante (Génesis 41,43). El rey David también fue muy rico y poderoso, y a su hijo, el rey Salomón, Dios lo hizo el hombre más rico del mundo, ya que riqueza igual no hubo ni habrá en la faz de la tierra (1 Reyes 3:13).
El hecho de que el Señor Jesús, cuando estuvo en la Tierra, no tuviera donde reclinar la cabeza, no quiere decir que Él fuese pobre. Cristo vino en esa condición, para sentir en la piel lo que era pertenecer a una clase discriminada y sin asistencia por parte de la sociedad. Yo no sigo a un Dios pobre. Mi Dios está sentado en el trono de Gloria; el trono en que muchos indignamente quieren sentarse.
El pueblo argentino en su mayoría es pobre debido a su modo de pensar, tienen un pensamiento pequeño. Eso es un tremendo disparate, ya que Argentina es un país rico. Cuando el pueblo argentina descubra la grandeza de Dios, entonces su fe y el esfuerzo en su trabajo serán honrados.
Las riquezas de Dios no vienen de la noche a la mañana, como al jugar en la lotería, sino que el camino indicado por Dios para prosperar es a través del trabajo, la lucha y la fe, esto le proporcionará riquezas y bendiciones.
Muchas personas son ricas sin tener a Dios en su vida, vencen porque confían en la fuerza de su trabajo, y por eso, son poseedoras de una riqueza honesta y digna.
Muchos pobres continúan en la miseria porque continúan esperando que Dios los bendiga, sin tomar una actitud práctica. Si alguien planta confiado en que Dios lo bendecirá, entonces Él es obligado a multiplicar la plantación. Depende de cada persona lo que será hecho en su vida, no depende de los otros, de Dios ni del diablo. Cuando hacemos nuestra elección determinamos nuestro destino. Por ejemplo: Si yo planto con semillas buenas, voy a cosechar buenos frutos, pero si planto una semilla mala, serán malos los frutos que cosecharé.
No sirve solamente estar ayunando y orando, es necesario tener un objetivo, hacer su parte, y entonces hablar osadamente con Dios. Dé el primer paso, pues Dios no lo hará sin usted.
Infelizmente en el mundo existen muchísimas personas siendo llevadas a la sepultura por la acomodación. Pero quienes luchan, trabajan y depositan su fe en Dios, esas si conquistan.