La noticia se reprodujo en todos los diarios del país: En una fiesta de 15 realizada en la localidad bonaerense de San Pedro, una nena fue abusada por un grupo de hombres mientras estaba con su novio, al que obligaron a ver la violación. Si bien el hecho sucedió en marzo, recién se dio a conocer el pasado domingo 21, por una nota publicada en el diario Clarín.
La madre de la víctima afirma: “Nuestro reclamo es porque esto se podría haber evitado y para que se tomen las medidas para que lo que les pasó a mi hija y a su novio no vuelva a suceder. ¿Yo tengo que decir que tuve suerte de que no los mataron, tengo que agradecer que están vivos?”.
Alejandro López, el fiscal de la causa, que ya cuenta con tres detenidos, busca poder demostrar en un juicio oral el trauma a corto y largo plazo que deja una violación: “Nunca más van a tener una vida normal”, le dijo a Clarín. “Sufrirán pesadillas, sensación de persecución permanente, bajo rendimiento escolar, depresión”, enumera.
Entre los detenidos, el más comprometido es el que encontraron escondido debajo de una camioneta con las pertenencias de Julián. Lo que suceda con los otros dos –uno de ellos es menor– dependerá de las pruebas genéticas que se consigan en el arma y en una boina que se hallaron en el lugar. “Es difícil conseguir datos para dar con los otros dos. Todos viven en un lugar llamado La Tosquera, un barrio pobre a la vera del río Baradero donde casi todos son familiares entre sí y no dan pistas”, explica López.
Tras el abuso, el salón “La Quinta del Nono” cerró apenas por un tiempo. “Tenemos abierto pero los padres, por miedo, nos cancelaron todas las fiestas que teníamos contratadas para este año”, le contó a Clarín Bernardo Malacrida, el dueño. “Yo lamento mucho lo que pasó, a nosotros se nos arruinó un trabajo pero a estos chicos les arruinaron las vidas”.
Violada por sus familiares
La policía rescató a una niña de 11 años del interior de una vivienda de la localidad bonaerense de Wilde, donde fue abusada sexualmente por su padrastro, su madre, un tío y un abuelo, ya fallecido, durante los últimos siete años.
De acuerdo con los investigadores, la menor sufrió las violaciones desde que tenía 4 años de edad, incluso por las anteriores parejas de su mamá, que la entregaba y participaba activamente de los abusos, tanto con sus exparejas como con su hermano. También informaron que los abusos sexuales y violaciones a los que era sometida la niña fueron descubiertos y denunciados a la policía por su padre biológico, Ariel.
En declaraciones al canal de noticias C5N, afirmo que cuando se enteró que iba a ser padre, la madre de la chica se escapó y nunca más pudo encontrarla, hasta que hace tres años se enteró de las condiciones en las que vivía. “La busqué por todos lados, cuando la encontré estaba desnutrida y después me enteré que la habían abusado, incluso la madre”, denunció Ariel.
De acuerdo a sus dichos, “todo explotó en el 2014, a raíz de una crisis de nervios, en la que manifestó que no quería volver a su casa. Yo tenía régimen de visita provisoria y tenía que devolvérsela a la madre”. “Ahí fue que contó que sufría violencia por parte de la pareja de la madre. Después nos enteramos que era la misma mujer la que la abusaba. Es terrible”, agregó.
“Tengo la culpa de saber que si la hubiese encontrado antes o si hubiese estado conmigo nada de esto hubiera pasado. Ella es una chica amorosa, tiene que curarse y poder sanar tanto dolor. Con todo lo que pasó tiene un rechazo hacia mí, cree que le voy a hacer daño, pero vamos a formar una familia”, finalizó.
Es posible dejar atrás el pasado
De acuerdo con los especialistas, las víctimas de abuso suelen tomar dos caminos muy diferentes: uno de total rechazo al sexo y otro de promiscuidad, porque confunden amor con sexo. Las consecuencias pueden ir desde ansiedad, fobias, dificultades para relacionarse, trastornos alimentarios, consumo de alcohol, drogas u otras adicciones, autoagresiones, pero cada caso es diferente. Lo que todos tienen en común son las marcas que cargan en su interior.
Verónica Capalbo cuenta como hizo para dejar un pasado de dolor y sufrimiento atrás, ella vivió momentos difíciles, pero hubo uno que la marcó profundamente y, para evitar tocar ese tema, modificó toda su vida aislándose de todo y de todos. Cuando ella se entregó por completo en el Altar sanó interiormente y los peores momentos de su vida son solo recuerdos que no la afectan más porque descubrió el poder de la fe que transforma vidas.
“A los 12 años comencé con problemas de autoestima, mis padres me daban todo lo material, pero siempre me faltaba amor. Cuando una criatura crece sin amor, carece completamente de autoestima, eso me hizo crecer con fobias, miedos y depresión. En ese tiempo tuve un primer intento de suicidio.
Siempre creí en el amor para toda la vida y a los 18 años ese sueño fue frustrado porque fui violada. Esa violación me llevó a querer suicidarme, intenté por segunda vez terminar con mi vida. Esto me llevó a una depresión profunda, vivía con fobias, dejé mis estudios, no quería salir, no quería nada. Me encerraba en mí misma, estaba muy sola, recuerdo que mis días transcurrían en mi habitación y con mi familia. Mis padres no me entendían, yo me sentía culpable de lo que pasó, me sentía muy sucia, vacía. Aun sintiéndome así no buscaba ayuda.
Evitaba los contactos sociales, evitaba a los amigos, evitaba todo con tal de salir de esa situación. Dejé todo para aislarme completamente. Tenía miedo de encontrarme a esa persona en la calle, entonces dejé mis estudios.
A los 19 años, pensando que tenía toda una vida por delante y que tenía que luchar por mi felicidad, conozco a mi marido y pensé que sería feliz, pero nada que ver. Él era alcohólico, me dejaba a sus hijos y se iba de fiesta. Salía con otras mujeres y yo me enteraba de todo, mi reacción era el deseo de venganza así que hacía lo mismo que él: tomaba con él, me escapaba a los boliches, salía con otros hombres, había engaños de ambas partes. Tenía la necesidad de hacer lo mismo porque estaba cansada de tanto sufrimiento. El deseo de venganza me llevó a estar perdida completamente.
Mi relación con él era buena al principio, pero después fue fría, él me humillaba verbalmente, llegó a echarme de casa, de sacarme mis cosas afuera, a dejarme a sus dos hijos, porque era separado, para salir solo. La situación era muy difícil y yo lo toleraba porque no tenía autoestima. Para mí era normal, era mi peso, mi karma, mi destino, me sentía responsable, culpable.
Caí en depresión nuevamente, me separé y conocí a otra persona, tenía dos trabajos y ganaba $250 por mes. Con ese dinero compraba los pañales para la nena y ayudaba en la casa de mi mamá, era muy difícil mi vida porque de tener todo pasé a no tener nada.
Estuve enferma con llagas en la piel, quedaba tejido podrido al aire, la piel quedaba en carne viva, era muy doloroso. También tenía conjuntivitis. Esa enfermedad me hizo darme cuenta de que había tocado fondo. Mi marido encontró un ejemplar de El Universal al poco tiempo de nacer la nena y empieza a participar. Él comenzó a cambiar y yo no creía, pensaba que me iba a hacer lo mismo. Él me decía que me amaba y no le creía, hasta que en un momento me dijo que me iba a sacar a la nena porque así no podía seguir. Fue a mi casa para llevarse a mi hija y ese fue el momento en que reaccioné, dije que o creo que hay un Dios y que este no es mi destino, mi karma, mi cruz, y creo en ese Dios o me mato. No había otra opción.
En ese momento intenté suicidarme delante de mi esposo, él me ayudó y me tranquilizó, entonces opté por buscar al Dios que él estaba buscando. Comencé a participar de las reuniones y fuimos saliendo adelante. Perseveramos y vimos los cambios. Nada fue de un día para el otro, fui cambiando interiormente de a poco, no me sané de la noche a la mañana, me sané cuando empecé a usar mi fe, cuando puse en práctica lo que me enseñaban.
Participaba de las reuniones, de los propósitos, de la Hoguera Santa y Dios honró mi fe. Toda mi vida fue transformada, hoy soy feliz, mi vida y mi familia están en el Altar. Puedo afirmar que con Dios superé el pasado que me atormentaba, ahora soy una mujer fuerte, una mujer de fe”.
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