No es algo que los otros juzgan acerca de nosotros, sino algo que alguien respeta en nosotros
Ser llamada por el nombre en los lugares que frecuenta es muy importante para una persona, porque le da una identidad. Sin embargo, más importante que eso, es ser reconocido en un grupo por quien usted es y por sus actitudes. Ser motivo de orgullo para alguien nos alegra y da fuerzas para continuar un trabajo que está dando resultados.
Para seguir adelante con algo que está generando buenos frutos es importante mantener una buena reputación, cualidad que construimos a lo largo de la vida. No es algo que los otros juzgan acerca de nosotros, sino algo que aprecian y respetan en nosotros. Características como humildad, perseverancia, fidelidad, servicialidad y buen humor construyen una reputación.
Ella representa la importancia que le damos a nuestras actitudes cotidianas, y cuán sinceros somos con lo que creemos y con los que amamos.
“De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,?Y la buena fama más que la plata y el oro.”, (Proverbios 22:1).
De nada sirve estar presente en las reuniones de la iglesia y decirse conocedor de la Palabra pero no sostener los valores que dirigen nuestra vida como hijo, padre, hermano, esposo y amigo. Sea consecuente con su fe y esté preparado. La buena reputación también nos hace aptos para atender al llamado de Dios, siempre que es necesario.
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.”, (Hechos 6:1-3).