La fe inteligente requiere una vida de calidad, aunque con luchas. Jesús era Jesús y vivía con luchas. Él es el Autor de la fe, Consumador de la fe y aun así vivía en luchas, en conflicto con Sus opositores, e incluso Consigo mismo, ¡porque era hombre como lo soy yo, como lo es usted! Sujeto a las mismas situaciones que pasan los humanos.
La vida de calidad que proporciona la fe inteligente se debe a que no se acepta el hecho de que usted viva con una fe en un Dios tan Grande, tan Infinito, tan Glorioso, y tenga una vida mezquina y miserable.
Lo que usted quiere o lo que usted necesita de Dios, o lo que Él prometió, tiene un costo: el sacrificio.
“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.”, (Lucas 14:25, 26). Él muestra cómo usted decidirá si quiere ser Su discípulo o no. No hay otra chance, no existe otra alternativa. O somos o no somos discípulos. O queremos o no queremos seguir a Jesús. Y sobre eso, cada uno tiene que tomar su propia decisión.
“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.”, (Lucas 14:28-30). Jesús está hablando aquí de la vida eterna. Y Él dice que para que usted pueda tener esa vida, ser Su discípulo y preservar esa vida, usted tiene que calcular si está dispuesto a renunciar a su familia, a su propia vida, a su propio mundo. ¡No significa que despreciará a la familia! Sino que la pondrá en segundo plano, porque en primer plano estará el Señor Jesús.
Jesús enseña la actitud de la fe, que no puede ser emotiva, sensacionalista, sentir algo. Él no habla de sentimiento, sino de calcular. Calcular si el sacrificio realmente vale la pena. Porque, de lo contrario, es mejor que usted no comience, antes que en la mitad del camino abandone la fe. Eso es la fe inteligente, la fe racional, la fe que piensa, la fe consciente. Esa fe es seguida de sacrificio. Usted renuncia a sus valores, a su vanidad, a su prepotencia, a su orgullo.
Haga un análisis introspectivo, piense bien, pese en la balanza su vida, pese a su hijo, a su hija, a su marido, a su mujer, a su padre, a su madre, sus casas, sus negocios, su dinero, su reputación. Pese su futuro, sus proyectos personales, sus sueños. Pese su propia vida.
Jesús concluye diciendo así: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”, (Lucas 14:33). Esto no quiere decir que usted va a agarrar todos sus bienes, todas sus propiedades y los va a colocar en el Altar. Sino que va a colocar su vida en las Manos del Señor Jesús en el Altar. Usted va a hacer de Él su primer amor. Primero que su madre, su padre, sus hijos, su posición, etc. ¡Primero que usted mismo!
Si usted sacó cuentas, calculó, y llegó a la conclusión de que está dispuesto a pagar el precio, entonces puede entregarse a Jesús.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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