El frío de invierno se acerca y te proponemos algunos consejos para mantener la temperatura ideal dentro de tu casa de manera eficiente
Existe un rango bastante amplio de elementos utilizables. La más básica puede ser aquella que funcione a base de un combustible, como por ejemplo, el kerosene o algún otro derivado del petróleo. Funciona aportando calor a través de un quemador a una pantalla reflectora. Es una alternativa muy rendidora, segura y económica. Debemos tener en cuenta cambiar la mecha cada temporada y revisar su quemador. Es aconsejable utilizarlos en lugares ventilados o con buena renovación de aire; en cambio, no es recomendable para dormitorios.
Calefactor a gas: ofrece una excelente relación costo/beneficio. Es poco contaminante y puede utilizarse con una garrafa o conexión de red. La forma de proporcionar calor puede ser por llama abierta; lo hacen por convección que se produce en el quemador, haciendo que el aire se caliente y ascienda, creando un circuito. Tiene niveles bajos de producción de co2 y no es adecuado para dormitorios.
Infrarroja: se trata de una placa cerámica que toma temperatura e irradia el calor. Es potente, pero seca el ambiente y genera altos niveles de co2. Es fundamental que esté ubicadas en lugares ventilados. No es adecuada para dormitorios.
Estufa de tiro balanceado: también calefacciona por convección. Es bastante segura, utiliza oxigeno del exterior y elimina los gases nocivos. Se puede utilizar en cualquier espacio siempre que el ducto coaxial salga al exterior.
Otro tipo de estufas que encontramos son las catalíticas, que calientan por radiación, sin efectos de sequedad en el ambiente. Emiten bajos niveles de co2 pero su uso también es limitado para los dormitorios.
También nos encontramos con estufas eléctricas, que no dependen de una garrafa ni de una conexión a la red de gas. Son ideales para espacios chicos, como dormitorios o baños. Son seguras pero de alto consumo, y por ende, poco económicas de mantener.
Hay otros sistemas como las placas radiantes y las oleo-eléctricas, que calientan por convección. Tienen un aceite en su interior que toma temperatura mediante una resistencia. Es una opción muy adecuada para dormitorios, pero no recomendable para espacios con mucha humedad. Nunca deben ser cubiertas (¡no te tientes de usarla como secarropas!).
Por otro lado, están los convectores eléctricos, donde el aire se calienta y sube, mientras el frío es absorbido por un sistema similar al que vimos en las estufas de gas por convección. No son recomendables para lugares húmedos como baños, pero sí para dormitorios y ambientes pequeños.
Otro sistema muy utilizado es el de las estufas halógenas, que no contamina ni consume oxígeno. Las de cuarzo generan calor a través de sus barras; los termoventiladores transmiten el calor por convección, como un ventilador convencional; y, las de fibra de carbono se caracterizan por triplicar a la estufa eléctrica en la producción de calor.
Ahora que vimos algunos de los sistemas, recordemos que lo primero que debemos contemplar a la hora de elegir uno para nuestro hogar es el nivel de renovación de aire en el espacio.
El living y el comedor suelen tener una renovación más constante de aire, con respecto a los dormitorios. Entonces, para un cuarto, lo mejor es inclinarse por una estufa a gas de tiro balanceado, eléctrica o halógenas de cuarzo, un termoventilador o un calefactor oleo-eléctrico.
Las opciones para el baño son estufas eléctricas, siempre que cuente con protección contra la humedad.
Las que necesitan algún combustible son ideales para espacios bien aireados (living, comedores o quinchos).
Por último, para un oficina pequeña, las halógenas, los calefactores a cuarzo, termoventiladores, placas radiantes, convectores eléctricos, o tiro balanceado, son las ideales.