Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.
Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a Mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí, Yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, Yo os digo: No os impondré otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que Yo venga.
Al que venciere y guardare Mis obras hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como Yo también la he recibido de Mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. Él que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis 2:18-29
Tiatira era una pequeña ciudad de Asia Menor, en la actual Turquía. Era rica, conocida como un centro comercial y se localizaba en un valle fértil, por donde pasada el Rio Lico. Más allá de eso, era famosa por sus excelentes artesanos.
La carta al ángel de la iglesia de Tiatira es la más extensa. Lo que nos indica que esta iglesia tenía un trabajo evangelístico intenso y saludable.
Antes de que la iglesia sea fundada allí, Lucas, el médico, dice que había una mujer de esa ciudad llamada Lidia, vendedora de púrpura, que era temerosa de Dios. Ella y su familia se habían convertido durante la segunda visita misionera de Pablo a la ciudad de Filipos.
La iglesia en Tiatira, que probablemente comenzó con el testimonio de Lidia, posee las siguientes características:
1) Obras;
2) Amor;
3) Fe;
4) Servicio;
5) Perseverancia;
6) Últimas obras más numerosas que las primeras;
7) Tolerancia con Jezabel, que enseñaba y seducía a los siervos a que practicaran la prostitución y a que comieran cosas sacrificadas a los ídolos.
Veamos por partes lo que el apóstol Juan registró: “… Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido” (Apocalipsis 2.18). Esta forma singular de expresión no deja dudas en cuanto a la Persona que Se dirige al ángel de Tiatira: ¡El Señor Jesucristo glorificado!
Y hay que señalar que, aunque la presencia del Señor Jesús no sea física, es tan real como si lo fuera, pues los ojos como llama de fuego hacen que se revele todo lo que está oculto.
Esta mirada, como llama de fuego, ilumina hasta lo más profundo del alma, siendo capaz de evidenciar los pensamientos y las intenciones más ocultas del corazón, de manera que nada, en lo absoluto, puede escaparse de Él.
El cristiano puede incluso conseguir un millón de razones para justificarse, y así, intentar esconde la verdadera intención de su alma, pero nada puede ser camuflado delante de los ojos del Hijo de Dios.
Y de la misma forma que los ojos como llamas de fuego revelan todo, también los pies, semejantes al bronce pulido, disciernen todo y cualquier pecado, por más insignificante que parezca ser.
Nada entristece y ofende más al Señor, que luchó por nosotros en el Calvario, a fin de comprarnos por un precio tan elevado, como ver que el pecado continúa teniendo el dominio de muestra vida, a pesar de Su Victoria.
De hecho, como está escrito y determinado, “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” Romanos 6:14
¡El vencedor no es aquél que conquista una ciudad, sino el que vence, a cada momento, el pecado que constantemente nos asecha!
El Señor Jesús reconoce que la iglesia en Tiatira presentaba una serie de cosas que Le agradaban, tales como: obras, amor, fe, servicio, perseverancia y las últimas obras mayores que las primeras. Pero el gran error era tolerar a Jezabel en su medio.
¡Justamente aquí se revela que una inmensa actividad puede esconder un gran pecado! Más allá de que muchos siervos piensen que sus buenas obras puedan justificar sus pecados escondidos, aquí el Señor considera esa situación y la repudia.
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