El profesional que busca insertarse en el mercado laboral, por estar desempleado o por buscar nuevos desafíos, muchas veces termina dejando que la ansiedad se apodere de su situación, lo que hace que cometa errores graves durante el proceso selectivo.
Estas actitudes pueden influir negativamente en la decisión del cazatalentos. Sepa que las actitudes que usted toma ante el seleccionador o entrevistador son determinantes.
Los cinco errores más comunes
1.- Postularse para varios puestos diferentes: No preocuparse con la descripción de la búsqueda revela que cualquier cosa le viene bien. Observe bien los requisitos del puesto y analice sus conocimientos y experiencia para ver si usted es la persona indicada.
2.- Creer que el entrevistador es su mejor amigo: Imaginar que una postura informal puede influir en la empatía con el entrevistador muestra falta de profesionalismo e inmadurez. La primera impresión es la que cuenta. Busque el equilibrio entre ser formal y agradable.
3.- Buscar una devolución después de la entrevista: Es normal tener curiosidad sobre su desempeño en la entrevista, pero llamar de forma seguida y excesiva, además de transmitir ansiedad, resulta perjudicial. Espere algunos días antes de entrar en contacto.
4.-Subestimar la entrevista telefónica: El proceso de selección comienza apenas usted levanta el tubo del teléfono. Hable con tranquilidad y dedíquele unos minutos al interlocutor. Si no es posible, infórmele cordialmente en qué horario pueden conversar.
5.- Sobreestimarse a sí mismo: Mostrarse demasiado relajado o confiado en la entrevista también es perjudicial, una actitud “canchera” seguramente va a jugarle en contra.
“Seguí la Dirección de Dios y pude salir adelante”
Nélida aparentaba estar bien en todas las áreas de su vida, llegó a pensar que realmente era feliz, pero empezó a estar mal su matrimonio y la economía se fue a pique. Sin embargo, ella logró establecerse económicamente y conquistar lo que tanto anhelaba.
“A raíz de que el papá de mis hijos nos abandona toqué fondo. Me enfermé, tuve depresión y empecé a buscar ayuda en distintos lugares, pero no sirvió de nada. Estaba tan mal, tenía dos hijos y tenía que ayudarlos, tenía que sacarlos adelante, pero no veía la solución en ningún lugar. Buscaba ayuda en lugares equivocados hasta que un día dije basta.
Al tiempo, una persona me habla de Jesús, yo dije ‘no queda otra, es la última puerta que me queda’. Hice la cadena del progreso, me enseñaron a vencer, a conquistar, a buscar la Dirección de Dios, y yo lo puse en práctica. Las puertas comenzaron a abrirse, comencé a estar bien. No fue fácil, busqué trabajo, buscaba estabilizarme en los trabajos. Los chicos fueron viendo un cambio en mí. Hoy tengo un auto 0 km, me casé con un hombre de Dios, mis hijos están en la presencia de Dios. Soy estilista y maquilladora social, establecí mi salón de belleza y voy por más”.
[related_posts limit=”9″]