Vea lo que está escrito en el Evangelio de Juan, capítulo 6, del versículo 53 al 56:
“Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo…”. Juan 6:53
Jesús no necesitaba decir: “En verdad”, porque era la propia Verdad.
Jesús nunca mintió, pero, cuando dijo: “En verdad, en verdad”, estaba queriendo decir que prestaran atención, que valoraran lo que iba a decir.
“… si no coméis la Carne del Hijo del Hombre…”. Juan 6:53
En otras palabras, la Carne que Él menciona simboliza las voluntades, el plan de Dios, la Voluntad de Jesús, quien vino para perdonar, no para condenar; para salvar, no para juzgar.
La Carne de Jesús simboliza la propia voluntad sometida a la Voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta. Solo que la Voluntad de Dios contraría la nuestra, porque Jesús no nos dio Su Vida para que hagamos nuestra voluntad.
Él dijo una y otra vez: “Yo vine para hacer la Voluntad de Mi Padre”, esta fue la frase que Jesús más repitió.
La Carne de Jesús es la Voluntad de Dios que contraría nuestros sentimientos. Nosotros somos más emotivos que racionales. Son cinco sentidos contra uno, la fe inteligente. El justo vive por la fe, pero las personas viven por los sentimientos, por lo que ven, por lo que escuchan, por lo que tocan.
Nosotros, los que vivimos por la fe, cuando comemos el Pan en la Santa Cena, estamos comiendo el símbolo del Cuerpo de Cristo, de esta manera, sin decir nada, estamos probando que aceptamos Su Voluntad en nuestra carne, en nuestra vida. En otras palabras, estamos diciendo: “Voy a hacer Tu Voluntad y no la mía”.
Incluso, Jesús afirmó:
“… Si alguien quiere ser Mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme”, Mateo 16:24 (CST)
¿Cuál es la primera condición? Negarse a sí mismo, negar la propia voluntad, la carne, las manías, las inclinaciones, las costumbres, los pensamientos, y seguirlo.
“… y bebéis Su Sangre, no tenéis vida en vosotros”. Juan 6:53
Jesús está diciendo que aquel que no come la Carne y no bebe la Sangre no tiene vida, porque no acepta el Plan de Dios para la vida del ser humano, que es darle mucho más que bendiciones, es darle la Vida Eterna, la Salvación del alma, que solo es posible cuando los pecados son perdonados y el alma recibe paz.
Cuando la Sangre de Jesús nos lava, toda acusación contra nuestra alma es quitada y nos quedamos en paz, tranquilos, equilibrados.
El desánimo, la angustia, la depresión y la tristeza, que genera muerte, opresión, depresión, pensamientos y sentimientos de no ser capaz, suficiente, valorado, amado ni respetado, surgen porque no asume su fe, no come la Carne y no bebe la Sangre. El que no come la Carne de Jesús y no bebe Su Sangre no acepta el Plan de Dios para salvar el alma, y no tiene vida. Puede tener “todo”, pero no tiene vida, es un muerto en vida.
“El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna…”. Juan 6:54
Por otro lado, los que participan, los que comen Su Carne y beben Su Sangre, tienen Vida Eterna; tienen vida en el presente y Vida Eterna, la certeza de la Salvación.
Cuando usted participa de la Santa Cena, acepta la Voluntad de Dios y la Vida que Dios tiene para darle, que es el Perdón y la Salvación que curan su alma, restauran su salud, unen a su familia, prosperan las obras de sus manos y lo vuelven útil en Su Obra, para glorificar a Dios a su debido tiempo. Usted tiene vida, incluso con problemas o cometiendo errores, sigue venciendo y venciendo, no se queda detenido en el tiempo, se desarrolla.
“… y Yo lo Resucitaré en el día final”. Juan 6:54
Es decir, la muerte no tendrá victoria sobre su alma. Usted vencerá sus sentimientos, manías, pensamientos y tentaciones en esta vida, e incluso tendrá garantizada la Vida Eterna.
“Porque Mi Carne es Verdadera Comida, y Mi Sangre es Verdadera Bebida. El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, permanece en Mí y Yo en él”. Juan 6:55-56
El que tiene comunión con Dios no está solo. Usted no Lo puede ver ni Lo puede tocar, pero Él está ahí con usted, por eso tiene vida, porque Él permanece en usted y usted en Él.
Yo acepto estas Palabras del Señor Jesús para mi vida y para mi alma, ¿y usted?
Entonces, ¿por qué acepta malos pensamientos y sentimientos, y palabras negativas que contaminan y enferman su alma? ¿Por qué no usa su fe como debería usarla? Usted tiene fe, pero solo la usa después de que los recursos del abogado, del especialista, del médico, del pastor, del amigo, del cliente y del patrón no funcionaron.
Cuando busca ayuda y no la recibe, se enoja, se decepciona, su espíritu comienza a envenenarse con los “no” que recibe y, al ver que no pasa nada, dice: “Señor, ayúdame. Jesús, ten misericordia de mí”. Realmente Él es muy misericordioso y le hace caso.
Por otro lado, quien tiene una Alianza con el Altísimo y come Su Carne, acepta Su Voluntad y bebe Su Sangre, Lo llama primero a Él, aunque no tenga a nadie con quien contar después, confiando en que no hará falta, porque Él atenderá todas sus necesidades.
Vivir por la fe es eso, no es solo conocer, ir a la iglesia y decir: “Amén. Aleluya. Bendiciones. Gracias a Dios”, ¡es mucho más que eso!
Jesús repitió cuatro veces: “Comed y bebed”, “Comed y bebed”, “Comed y bebed”, “Comed y bebed”.
¿Quién puede beber y comer por usted?
¿Quién puede reprender esos malos pensamientos y expulsar ese veneno llamado bronca, rencor, negatividad y envidia de su interior? ¿Quién puede hacerlo? Nadie. Solo una persona puede ayudarlo, y es usted mismo.
No tolere esos pensamientos, esos sentimientos, esas miradas y esas palabras negativas. Expúlselos. Coma la Carne y beba la Sangre, porque esta comida nunca le producirá muerte, malicia, conformismo ni miedo.
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Obispo Júlio Freitas