«Desde muy joven había conocido la Iglesia Universal porque fui invitado por mi madre y asistí aproximadamente por un año». Así comienza Diego su relato acerca de cómo se acercó allí por primera vez. Y recuerda todo lo que vivió durante ese tiempo: «Asistí aproximadamente un año, presencié muchas reuniones y milagros, pero, poco a poco, me fui enfriando espiritualmente porque dejé de orar. Cuando me di cuenta, ya estaba apartado y, por ende, no fui más a la iglesia».
Fue entonces cuando empezó a experimentar cambios negativos en sus hábitos. «Comencé a vivir haciendo mi voluntad y esa fue la peor decisión, porque fue un infierno. Me involucré en el vicio de las drogas, los cigarrillos, el alcohol y el juego», recuerda.
Diego sufrió durante mucho tiempo debido a esa situación, pero un día, en medio de la desesperación por no encontrar una salida, optó por tomar una decisión. «Estuve apartado por más de quince años, hasta que decidí volver a la iglesia», relata.
Sin embargo, él asegura que «no fue fácil», porque sentía vergüenza de lo que los demás podían decir, pero Dios le dio las fuerzas para hacerlo y lo que vivió fue totalmente distinto a lo que se imaginaba. Él recuerda: «Tenía miedo de que las personas me juzgaran o dijeran cosas de mí. Sin embargo, nada de eso pasó, me recibieron muy bien y me ayudaron».
A partir de ese momento su vida comenzó a dar un giro. «Pude salir de los vicios, recibí el perdón de Dios y me liberé de todo lo malo. Fue la mejor decisión que tomé, porque Él me dio otra oportunidad y mi vida cambió para siempre», resalta.
Por último, Diego asegura: «La primera vez que estuve en la iglesia, no había tenido un encuentro real con Dios, pero, cuando volví, me entregué por completo y pude conocerlo. Mi vida cambió para siempre. Hoy soy una persona muy feliz porque se restauró mi familia y fui bautizado con el Espíritu Santo».
El Asiste a la Iglesia Universal ubicada en Av. Rivadavia 951, Comodoro Rivadavia, Chubut.
Si se identificó con esta historia, Dios le está hablando. Llegó el momento de recomenzar. No importa su pasado, lo que pasó, lo que hizo o el tiempo que estuvo lejos de Dios.
¡Vuelva! Así como Diego volvió, Dios lo espera con Sus brazos abiertos.