¡Buen día, obispo!
Estoy de acuerdo con el sacrificio, si no fuese por un sacrificio de negarme a mí misma, a mis voluntades, mi hija no estaría conmigo hoy. En la fase de la adolescencia, mi hija no quería saber de mis consejos, era muy rebelde, y para añadir, se mutilaba. Yo oraba, ayunaba y parecía que nada cambiaba.
Un bello día jueves, llegando del trabajo, fui a preparar mi ropa para lavar, cuando Le dije a Dios que quería un cambio, un nuevo nacimiento dentro de ella. Vino desde mi interior: ¡¡¡sacrifica!!! ¿Qué harías por su vida? Respondí dentro de mí: ¡todo! ¡Entonces sacrifica! Fue cuando decidí dentro de mí hacer eso.
A los cinco minutos más o menos me llamó “¡Mamaaaaá!” Cuando fui a verla, me mostró un video extraño, y le dije “¡Está amarrado!” Cuando me di vuelta, cayó toda torcida. Ella es blanca, pero había quedado violeta, sin respirar, entonces dije “Mira diablo, ¡ahora tu pelea es conmigo! ¡Tienes prohibido llevarte el alma de ella! Conoces el sacrificio que acabé de hacer, la decisión de hacerlo, ¡entonces puedes traer el alma de ella de vuelta!”
Obispo, inmediatamente ella volvió. El mismo día fui a hacer el sacrificio que Le había prometido a Dios, y después de ese día su vida cambió y se transformó. ¡Hoy es una hija excelente!
Sandroelma
*Comentario sobre “Fe sin Gracia”