Noelia sufrió de epilepsia durante 23 años. “Todo comenzó cuando tenía 9. Desde entonces, mi mamá me llevó a distintos médicos y a muchos curanderos que me hicieron tomar y hacer muchas cosas raras. Sin embargo, seguía con ese problema”, recuerda.
“Al principio, las convulsiones ocurrían cada cuatro meses. Por eso, tomaba tres pastillas diarias”, relata. Sin embargo, un día todo cambió. Ella asegura: “Tuve cuatro convulsiones en un solo día, lo que hizo que me llevaran al hospital y me internaran. Pensaba que iba a vivir con esa enfermedad para siempre”.
En medio de su sufrimiento, se le presentó una nueva oportunidad. “Llegué a la Iglesia Universal, empecé a participar de las reuniones de sanidad y, gracias a Dios, me curé”, cuenta con felicidad.
Por último, remarca: “Hoy estoy libre de esa enfermedad. Desde hace cinco años que no sufro de ningún ataque de epilepsia, pero lo más importante es que tengo al Espíritu Santo y soy muy feliz.
Noelia asiste a la Iglesia Universal ubicada en Catamarca 134, San Miguel de Tucumán.
“ME TIRABA AL PISO DEL DOLOR Y ALLÍ ESPERABA A QUE SE ME PASARAN LAS PALPITACIONES»
“En mi adolescencia tenía anemia, la cual me provocaba palpitaciones y me producía dolores que me dejaban sin aire. Me tiraba al piso porque no aguantaba el dolor y allí esperaba a que se calmaran las palpitaciones”, cuenta Eduardo.
Él asegura que, debido a eso, no podía hacer actividad física, correr, entrenar ni tener una vida normal como cualquier otro joven. Hasta que un día, su mamá lo invitó a participar de las reuniones de sanidad de la Iglesia Universal. “Comencé a ir y a ver cambios en mi salud. Las palpitaciones y los dolores en el pecho desaparecieron, y volví a entrenar. De a poco, empecé a exigirme más en la actividad física y ya no sentía malestares”, detalla.
Eduardo recuerda que, un día, en el lugar donde entrenaba, le pidieron que se hiciera un estudio médico. “Me fui a hacer ese chequeo y los resultados indicaron que la enfermedad ya no estaba”, señala y agrega: “Fue un milagro. Desde ese momento, mi vida cambió y puedo entrenar normalmente. Tengo buena salud, gracias a Dios”.
Eduardo asiste a la Iglesia Universal ubicada en Moreno 426, Capilla del Señor, Bs. As.