Caiga en la realidad. No piense que todo el mundo lo aprecia. Y la tendencia automática (emocional, sin pensar) es que usted también antipatice con las personas que demuestran que usted no les cae bien, sin importar el motivo.
Dios nos ama incondicionalmente y somos hechos a imagen y semejanza de Él. ¿Por qué, entonces, Él logra amarnos a todos y nosotros no?
Bien, si Dios sabe, ¿qué tal si vamos a un famoso “manual de operaciones” que Él nos dio, y no siempre consultamos? Sí, estamos hablando de la Biblia. Veamos algunos consejos de ella:
Ore por orientación – Aquellos a quienes usted no les cae bien son personas con sentimientos reales, con trayectorias de vida que influencian todo lo que hacen. A veces, la antipatía en relación a usted no es intencional, y si una reacción emocional. No responda al fuego con fuego (Lucas 6:27-37). No insulte si fue insultado. ¿Es difícil tener amor por aquella persona? Pídale al propio Creador del amor. Ore mucho – realmente mucho – a Dios para que Él le permita usar la inteligencia y la razón por encima de las simples y tontas respuestas emocionales. Muchos ya lograron, con eso, transformar desafectos y enemigos en amigos.
Piense en sus motivos – Cuando alguien critica alguna actividad suya o a usted mismo, piense: ¿Por qué usted hace lo que hace? Piense en eso imparcialmente, realmente honesto. ¿Cuál es el motivo que le lleva a trabajar con lo que trabaja, y a actuar como actúa? ¿Ese motivo es realmente bueno para usted y los otros? Muchos hacen el bien solo porque quieren sentirse buenos. Otros creen que actúan en el nombre de Dios y pueden, por eso, perjudicar a otras personas, duela lo que duela, con arrogancia y frialdad. Usan de forma mezquina y egoísta el poder que les fue dado. No es exactamente lo que el Señor Jesús predicó. A veces, aquella crítica recibida puede abrir sus ojos para que vea que estaba actuando de manera incorrecta, atrayendo la antipatía ajena.
No se quede “trabado” – No se quede pensando en algo malo que le sucedió. Cultivar la negatividad es una de las cosas que más devoran nuestras fuerzas. 1 Corintios 4:3-5 dice algo muy esclarecedor: no juzgue a nadie, ni a usted mismo, pues solo a Dios le compete juzgar. De la misma forma, usted puede juzgar equivocadamente a su propia persona, justificando sus tropiezos y fingiendo que su conciencia está liviana y tranquila. Si insiste en juzgar a alguien, va a “trabar” el camino, pensando muchas cosas sobre aquella persona que va a trabar su caminata rumbo a la verdadera voluntad Divina para su vida. Cuando juzga, usted abre una brecha para que las personas estén contra usted.
Entienda que usted es luz – Cuando usted se somete a la voluntad de Dios para su vida, la gloria de Él brilla a través de usted (2 Corintios 3:7-18). Pero, si usted combate negativamente a las personas que quedan contra usted – si algunas quedaron -, ellas y otras no serán capaces de ver ese brillo, y todo su trabajo caerá por tierra.
Consecuencia: Si usted se libera de esas reacciones emocionales, también libera a esas personas de la visión negativa que tenían de usted.
Vale la pena intentar, ¿No cree?
¿Usted ya pasó por la experiencia de volverse amigo de un adversario o de quien parecía ser su enemigo? Comparta con nosotros cómo fue. Deje un comentario.
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