De acuerdo con una encuesta realizada por IPSOS, una de las empresas de estudios de mercado y opinión más grande del mundo, este año hubo un descenso en los índices de felicidad en todo el planeta.
La investigación es el resultado de un profundo análisis sobre lo que sienten las personas con respecto a la economía, familia, política, educación, entre otros. Según esta investigación, los niveles de felicidad actual están muy por debajo del porcentaje máximo registrado en el 2011.
Lo más irónico de este estudio es que fue realizado en una época en que la humanidad tiene todo al alcance de su mano; nunca fue tan fácil progresar y realizar sueños como lo es hoy. Sin embargo, pese a que las personas intentan ser exitosas, realizarse profesionalmente y obtener riquezas, no logran alcanzar el bienestar que tanto buscan, porque cada vez son más los seres humanos que están frustrados, depresivos, acomplejados y demás.
El secreto de Abraham
Abraham tenía una vida simple, era casado, provenía de una familia adinerada, tenía personas a cargo y poseía bienes. No obstante, nada de eso lo completaba como persona. Él tenía un sueño que parecía imposible de realizar debido a la esterilidad de su mujer, Sara: el de tener un hijo.
En la Mesopotamia Antigua, no poder generar una descendencia representaba una maldición. Aun así, Abraham prefirió mantenerse leal a su esposa, y eso le valió la admiración de Dios.
El Altísimo quería bendecirlo de una manera que jamás imaginó, pero antes Abraham tenía que despojarse de su pueblo, de sus costumbres y de todo lo que podía interferir en los planes Divinos. Y no dudó del llamado de Dios, sino que Lo obedeció, y se convirtió así en padre de una gran nación y reconocido hasta los días de hoy por su fe.
El secreto de Abraham para volverse exitoso fue la consecuencia de la honra a Dios. Si las personas hicieran lo mismo, tendrían el bienestar que tanto añoran en todas las áreas de la vida.