Cuántas veces te arrepentiste de lo que dijiste o del tono que usaste para decir algo. A veces no logras transmitir correctamente lo que querías expresar o fuiste malinterpretada porque por lo general somos muy impulsivas y terminamos diciendo lo primero que se nos vino a la mente sin tener en cuenta el lugar, el momento o con quien estamos hablando.
La psicóloga Majory Fernandez Borges afirma que el problema es muy común. “Muchas se sienten extremadamente frustradas por un problema que se debe al mal uso de las palabras”. Entrometerse en conversaciones ajenas o hablar cuando se está enojada puede traer consecuencias desagradables a cualquier relación. Por eso, además de controlar lo que decimos, escuchar es fundamental. Otro punto a considerar es que nadie es el dueño de la verdad absoluta y que respetar la opinión de los otros es el principio de buena convivencia. “No necesitas demostrar que tienes razón. El silencio demuestra más fuerza de tu parte y hará que tus ideas sean más valoradas”, aclara la psicóloga.
Además, pensar antes de hablar y buscar las palabras que definan bien lo que estás pensando o sintiendo puede hacer una gran diferencia.
Algunos consejos útiles son:
1. No digas todo lo que se te ocurra. La sinceridad tiene límites, sé objetiva.
3. No uses mensajes de texto para tratar o discutir asuntos delicados, pues generan malentendidos. Mejor hablar cara a cara.
4. Di lo que es necesario, mide tus palabras, pero no calles cosas importantes.
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