La Palabra de Dios nos enseña cómo dejar atrás una vida estéril y comenzar a dar frutos. Lo notable es que hay pasos concretos para lograrlo, y ponerlos en práctica trae resultados que transforman.
El pasado domingo, en cada reunión de la Universal, se determinó que la vida de quienes participaron ¡florezca!
La búsqueda en la Biblia se detuvo en Juan 15:5, donde Jesús dijo:
«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer.» Juan 15:5
Cuando estamos unidos al Señor Jesús somos fructíferos en todas las áreas, pero, por ser un proceso hay una pregunta que no se quiere callar es: ¿cuáles son los pasos para dar frutos?
Primera parte: hay que florecer
Tanto en el ciclo natural como en el espiritual, todo comienza con una simple semilla. En la naturaleza, es una simiente que, al crecer, sorprende. En el ámbito espiritual, se trata de la Palabra de Dios, que penetra el interior del ser humano y lo transforma.
En la naturaleza, la mayoría de las flores siguen el orden de florecer primero y luego dar frutos. En el Reino de Dios no es diferente. Por eso, entregarse a Dios permite que el alma sedienta florezca y, como resultado, comience a dar frutos.
Segunda parte: Los pasos que no fallan
El primer paso es limpiar la tierra: quitar pensamientos negativos y abandonar un lenguaje indebido. Luego, viene arar la tierra: un tiempo para resolver dudas, orar, cuidarse y recibir orientación. Después, se siembra la semilla, lo que significa practicar la Palabra de Dios y obedecerla, con o sin ganas.
Seguir cada paso, en el orden correcto, lleva a una etapa crucial: esperar la lluvia.
Esta fase exige controlar la ansiedad y las preocupaciones. No es fácil, pero es decisiva. Por eso, es clave redoblar las fuerzas en este momento.
¡Y finalmente llega la cosecha! Cada persona podrá disfrutar de los frutos en su matrimonio, su familia, su trabajo y en su vida con Dios.
Tercera parte: El último paso
Muchos olvidan el último escalón: perseverar. Esta actitud implica mantenerse firme, persistir y dedicarse a permanecer. Jesús lo dijo claramente en Juan 15:1-6:
«…el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto…». Juan 15:1-6
Permanecer en Jesús es lo que permite que demos muchos frutos.
Los frutos de la vid nacen desde el interior, como resultado de una vida con Dios.
Vivimos en una sociedad donde muchos quieren ser señores, pero Jesús, siendo Señor, se hizo Siervo.
Hoy en día muchas personas están aferradas a algo o a alguien y no tienen en cuenta Quién es la Vid, quién sostiene el alma, de dónde proviene la verdadera paz con la que se logra cosechar frutos.
Guardá y valorá tu esencia, porque de ella dependerás. Aferrate al Señor Jesús, porque permaneciendo en Él podrás producir, compartir y disfrutar los frutos del Espíritu Santo.
El secreto: permanecer en Jesús, puesto que Él es la Vid verdadera.