Luego de Su resurrección, Jesús Se dirigió a los discípulos y a las mujeres como «Mis hermanos». Él no solo es nuestro Señor, sino también nuestro Hermano, nuestro Hermano mayor, el Hermano que nos protege, nos guarda, nos ayuda, nos entiende e intercede delante del Padre por nosotros. En una ocasión, le dijo a María Magdalena: «No Me detengas, pues todavía no he ido a reunirme con Mi Padre (…) Padre de ustedes. Él es Mi Dios, y también es Dios de ustedes», Juan 20:17.
Cuando Le entregamos nuestra vida al Señor Jesús, pasamos a ser parte de Su familia. Él nos recibe como el Hermano mayor, nos hace ser parte de Su familia y, así como Él puede llamarlo Padre a Dios, también nos dice «Padre de ustedes». Él no les dio un trato especial a Su madre y a sus hermanos terrenales, sino que privilegió a María Magdalena luego de Su resurrección.
Una vez, cuando Jesús estaba predicando en una casa donde había muchas personas, María, Su madre, y Sus hermanos llegaron para hablar con Él. Pero Él dijo que Su madre y Sus hermanos «… son todos aquellos que escuchan y obedecen el mensaje de Dios», Lucas 8:21. Es decir, Jesús igualó a todos, por eso dijo: «Mi Padre y Padre de ustedes».
Como María Magdalena practicaba la Palabra de Dios, Jesús era su hermano y ella también era hija de Su Padre.
Solo Él puede llevarlo a la Salvación. No obstante, solo es salvo el que escucha y practica la Palabra de Dios, sin religiosidad. Hay quienes no forman parte de la familia de Dios porque son religiosos y siguen un ritual para sentirse bien, como ir los domingos a la iglesia, sin embargo, de lunes a sábado viven en el pecado y piensan que, por dar ofrendas y ayudar a los pobres, están bien con Dios.
A partir del momento en que usted comienza a practicar la Palabra de Dios, puede decir: «Jesús, mi Hermano mayor, con el que puedo contar para que interceda delante de mi Padre». Creer en esto es vivir en la certeza de que Sus palabras son verdaderas. Creer es tomar conocimiento, y obedecer es vivir esta fe, que nos salva y nos incluye en la familia de Dios. Esto no tiene nada que ver con religión.
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