Así como el Señor Jesús fue bautizado en las aguas, el cristiano es sumergido para sepultar la “antigua vida”. La persona deja la naturaleza de este mundo para vivir los valores de Dios, marcando el comienzo de nuevas actitudes y de comportamiento – una vida nueva.
Así, después de esta conversión, el Espíritu Santo surge como una dirección para nuestra vida, guiándonos hacia el Reino de los Cielos:
Cómo está siendo su experiencia del Ayuno de Daniel? Deje su comentario.
[related_post themes=”flat”]
[related-content]