Cuando oímos hablar de personas que estaban en la fe y, de pronto, cayeron en pecado y se lanzaron al mundo, nos horrorizamos. ¿Cómo puede alguien que fue tan usado por Dios distanciarse tanto de Él? Pues esto ya sucede desde el primer hombre que Dios creó, Adán.
Siempre me pregunté por qué Adán aceptó el fruto prohibido que Eva le dio. Él sabía cuán incorrecto era eso, y qué lo llevaría a perder, pero aceptó, sin cuestionar, sin pensarlo ni siquiera dos veces. Adán cayó entonces, pero no fue de la nada, no fue de repente, no fue porque ‘no supo qué hacer’. Volvamos un poco a antes de que eso sucediera …
Antes de que Eva entrara en su vida, Adán solo tenía a Dios. Era con Dios que él conversaba, de hijo a Padre. Y Dios, el mejor Padre del mundo, le había enseñado sobre todo, desde cómo sacar provecho de la tierra hasta cómo guardarse del mal. Y como un buen Padre, Él había sembrado un jardín para que Adán tuviera una referencia de cómo quedaría la tierra al trabajar en ella. Entonces, él hizo morada y recibió el cargo de darles nombres a todos los animales. Dios y Adán andaban juntos, en una sola armonía. Si Adán quería hablar, era con Dios con Quien hablaba. Parece incluso que Dios no creó a la mujer antes justamente para tener a Adán solo para Sí, como si pudiese decir: “Pronto, otra persona va a entrar en tu vida, ¡no te olvides de lo que ya fuimos un día, hijo!”
Pues bien, Adán lo olvidó. Ese fue su primer error. Cuando Eva apareció, Adán le dio toda su atención y, poco a poco, sin darse cuenta siquiera, se fue alejando de Dios, de su Padre. No fue entonces cuando pecó, pero fue allí donde se desvió.
Antes de que alguien caiga en pecado, se desvía. Y el desvío normalmente es tan pequeño que lo que se dice inmediatamente después normalmente es ‘Dios entiende’ o ‘no es pecado’ o incluso ‘¡mi conciencia no me acusa!’. Sí, todos esos argumentos son verdaderos. Dios entiende todo lo que hacemos, no todo es pecado, y nuestra conciencia solo nos acusa cuando estamos en pecado. Pero la cuestión aquí es el desvío… el desvío no es un pecado.
Cuando Adán empezó a prestarle más atención a Eva, no estaba pecando, pero se estaba desviando de un factor extremadamente importante en su vida: Dios en primer lugar. Cuando le prestó más atención a Eva, se estaba inclinando a ponerla en primer lugar, y fue exactamente lo que hizo a continuación. Error número dos.
Adán quiso agradar a Eva. Cuando queremos agradar a alguien sin pensar en Dios, vamos a desagradarlo con certeza. Y para agradar a alguien, usted oirá lo que ese alguien tiene para decir, aunque esté en contra de su fe y principios. Error número tres.
Adán le dio oídos a Eva. ¿No fue eso lo que Dios dijo acerca de él?
“Porque obedeciste a la voz de tu mujer…” Génesis 3:17
No es incorrecto oír a su mujer, pero oírla a costa de la Voz de Dios, sí, es incorrecto. Y así fue que Adán cayó en pecado. Cuando Eva le dio el fruto, lo comió.
Vea que estos tres errores y desvíos tienen algo en común: alguien tomó el lugar de Dios.
1. Adán desvió su atención de Dios para dársela a Eva.
2. Adán quiso agradar más a Eva que a Dios.
3. Adán le dio más oídos a Eva que a Dios.
Tres desviaciones fueron suficientes para que Adán cayera en pecado. Fue solo después de que Adán comió del fruto que los ojos de los dos se abrieron, o sea, si él no se hubiese alejado de Dios, Le habría temido lo suficiente para reprender a Eva inmediatamente. A ella no le hubiera gustado, pero a Adán en ese momento le habría importado si a Dios le estaría gustando.
¿Quiere serle fiel a Dios hasta la muerte?
¿Quiere guardar su Salvación para siempre?
Coloque a Dios en primer lugar en TODO, SIEMPRE, CUESTE LO QUE CUESTE.
En la fe.