Queridas amigas, vamos a hablar de una belleza que muchas jóvenes e incluso señoras parecen desconocer: que la verdadera belleza va más allá de un cuerpo o de un rostro bonito. Lamentablemente muchas se olvidan de que nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, por eso debemos cuidarlo con mucho respeto, amor y cariño, para de esta manera “glorificar a Dios con él”.
Cada día que pasa es más difícil guardar nuestra vida para glorificar a Dios, pero si Lo amamos más que a todas las cosas, siempre estaremos dispuestas a sacrificar nuestra voluntad para agradarlo, por ejemplo, cuidando el cuerpo que Él nos dio, ya que el deseo de Dios es habitar en nosotras.
Usted y yo somos libres de hacer muchas cosas, pero todas esas cosas no siempre son de la voluntad de Dios, y traen consecuencias muy tristes. Cabe a cada una pensar si lo que va a hacer glorificará a Dios.
Entonces, ¿cómo glorificarlo con mi cuerpo?
-Cuando evito que mi cuerpo sea tatuado o perforado con piercings, pues quien me mire no va a ver a una persona de Dios.
-Cuando cuido mi manera de vestir, ya que la moda, que es otro invento del mundo, tampoco quiere que glorifiquemos a Dios.
-Cuando cuido mi alimentación. Muchas veces no le damos la debida importancia y entonces comienzan las enfermedades. Lógicamente, un cuerpo enfermo no glorifica a Dios de ninguna manera.
Algunas de ustedes dirán: “soy libre para hacer lo que yo quiera”. ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; por eso no permito que nada de este mundo me domine, como dice en 1 Corintios 6:12.
“O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”, (1 Corintios 6:19-20).
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