La prevención es el mejor tratamiento. Las estadísticas informan que el 10% de los niños sufren cuadros severos de ansiedad.
Usted, ¿logra identificar si su hijo es ansioso? Los síntomas son muchos y le compete a los padres comprender cómo deben lidiar con las diversas situaciones derivadas de este sentimiento. La ansiedad infantil está creciendo tanto, que el número de niños que luchan contra el problema aumentó, en la última década, el 60%.
Para que sepa algo más acerca del tema y sepa identificar si su hijos es un niño con un cuadro de ansiedad infantil. Especialistas de La Clínica de la Ansiedad de Barcelona expusieron algunos puntos a tener en cuenta.
– Algunas pistas
Por lo general, cualquier cambio de conducta puede ser una pista de que el niño está pasando un mal momento, pero los síntomas psicosomáticos (los que externalizan físicamente a partir del malestar psíquico) son los que nos darán más información.
Una diarrea continuada y sin causa, que acostumbra a ser regular, sería un ejemplo de un posible cambio de conducta. O bien la pérdida de apetito en un niño glotón o lo contrario, un niño inapetente que pase a tener hambre a todas horas. Un caso típico es el de la enuresis nocturna, es decir, que el niño se orine en la cama cuando de día controla bien los esfínteres. Otros niños bajan su rendimiento escolar sin explicación aparente o bien tienen pesadillas.
Podemos buscar explicaciones en el entorno: una separación o pérdida en la familia, cambios de colegio o de domicilio, una nueva niñera, el nacimiento de un hermano, etc. Son circunstancias que pueden afectarles más o menos en función de su susceptibilidad y carácter. En algunos casos, la angustia está justificada y en otros desconocemos el origen de la misma.
Existen tres rastros concretos para saber si debemos preocuparnos por la situación:
La frecuencia: es normal que sienta ansiedad en el momento en que se enfrenta a la “amenaza” (como el momento de dejarlo solo), pero no a lo largo del día.
La intensidad: traspasamos el límite cuando la angustia pasa del nivel fisiológico, en forma de dolor de cabeza o de barriga, vómitos o dificultad para respirar, sin existir causas orgánicas.
El tiempo prolongado: los síntomas varían de un niño a otro, pero debemos prestar atención si duran varias semanas.
La actitud de los padres es vital. Ante estas situaciones, debemos estar tranquilos y serenos, transmitir seguridad evitará que se angustien más. Nunca debemos expresar nuestros miedos en voz alta delante de ellos y es básico hacerles ver que comprendemos su angustia. Vamos a explicarles que, para que algo que les angustia deje de hacerlo, primero tienen que pasar por ello y luego verán que no sucede nada malo. De este modo, dejándoles que se enfrenten, fomentaremos su independencia y vencerán sus miedos.
Es muy importante que exista una buena comunicación entre las personas encargadas de la educación del niño y estos se mantengan informados de lo que les sucede. Cuando existan problemas de comunicación debemos buscar el apoyo de los abuelos, los cuidadores o los docentes, para aunar criterios y trabajar en la misma dirección.