Son las tres de la tarde del domingo y al vecino del quinto B se le ocurre ponerse a colgar cuadros. Los martillazos resuenan en el silencio de la tarde y hacen imposible cualquier clase de descanso.
La familia del tercero A compró un perro, que ladra y llora cada vez que se queda solo en el departamento.
La vecina del C se pone a cocinar todos los días a las seis de la mañana y los ruidos de la tabla de picar, la canilla, el calefón y las ollas ofician de despertador para todo el piso.
Gracias al aumento en la cantidad de edificios, situaciones como estas son cada vez más comunes, provocando peleas entre vecinos y quejas ante la administración del consorcio.
La mayoría de los Consorcios de Propietarios tienen incorporado en el Reglamento de Copropiedad un artículo correspondiente a ruidos molestos entre otros puntos. En otros casos, cuando el Reglamento no lo prevé, se dispone de un Reglamento Interno. Pero, ¿qué hacer cuando ambas cosas no fueron previstas reglamentariamente? En ese caso se aconseja crear un Reglamento Interno y validarlo por medio de un acto de asamblea llamada para tal fin pura y exclusivamente, por lo que se aconseja contar con la asistencia de un letrado especialista en el tema de Propiedad Horizontal para evitar interpretaciones personales y tendenciosas.
En lo que respecta a ruidos molestos específicamente se debe tener en cuenta, no sólo los días y horarios permitidos para actividades fuera de lo normal (ampliación del margen de tolerancia), sino algunos causales de tales y formas de evitarlos.
En cuanto a los días y horarios tolerables, si bien no hay una legislación eficiente al respecto, algunos reglamentos lo contemplan siguiendo un cierto criterio “pueblerino” marcado por el sentido común:
Días “hábiles” de 09 a 13 h y de 16 a 20 h.
Algunos reglamentos son más amplios pero, dado el nivel de ruido ambiental de la Ciudad de Buenos Aires que de por sí ya es altamente estresante, se recomienda mantenerse dentro de esta media.
Ante todo, el respeto al prójimo es la regla implícita número uno. Se cree que la mayoría de los vecinos trabaja toda la semana y quiere usar los fines de semana para descansar, por lo que es recomendable evitar los ruidos molestos en los horarios de descanso.
Por otro lado, una comunicación fluida con el encargado (que hace las veces de mediador) puede evitar que los problemas pasen a mayores. Al fin y al cabo, hablando se entiende la gente.
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