Lo primero que tenés que hacer para mantener tu sacrificio vivo es vigilar tus palabras, porque seremos justificados o condenados por estas.
- No murmures, no mientas, no blasfemes, no reniegues, no te lamentes, no digas palabras que destruyan o apaguen el sacrificio que presentes en el Altar del Dios Vivo.
Además, hacé un ayuno total al menos una vez en la semana, durante tres, cuatro o seis horas, de acuerdo con tus posibilidades físicas.
- Un ayuno de líquidos, de alimentos, de informaciones seculares.
- Sacrificá una de las refecciones del día para que llames la atención de Dios.
Mantené tu mente limpia usando bien tu tiempo.
- No consumas excesivamente informaciones seculares, canciones, series o películas, redes sociales o cosas que no añaden nada a tu fe, a tu salud mental y emocional.
- Está escrito que debemos amar al Señor con todo el corazón, con toda nuestra fuerza y con todo nuestro entendimiento, es decir, con nuestra mente.
«… y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza». Marcos 12:30
- Por eso, guardá tu mente y ocupala con los pensamientos de Dios, reprendé los malos pensamientos y no inviertas tu tiempo en lo que no suma en nada a tu vida espiritual.
Obispo Júlio Freitas