A nadie le gusta olvidar las cosas importantes, como fechas, contraseñas, compromisos, nombres de personas cercanas o el contenido de un examen. Usamos la memoria en todo momento y, por eso, podemos y debemos mejorarla para evitar posibles fallas.
La memoria es la capacidad de almacenar la información que recibimos y las situaciones que vivimos. Ese trabajo es complejo y funciona como el sistema de una computadora. Por medio de varias conexiones mentales, el cerebro procesa, analiza e interpreta toda la actividad que realizamos a lo largo de la vida.
La pérdida de memoria se vuelve preocupante cuando empieza a interferir negativamente en los quehaceres de la vida diaria. La persona, por lo tanto, debe observar la frecuencia de la pérdida de memoria y notar si eso está trayendo perjuicios constantes.
Problemas
La neuróloga Lorena Broseghini Barcelos explica que las alteraciones de humor, como el estrés, la frustración, el miedo, la ansiedad y la depresión, son un riesgo para la salud y pueden interferir en la atención y en la concentración. “Las enfermedades neurológicas degenerativas, como por ejemplo, Alzheimer y Parkinson, frecuentemente se asocian a síntomas depresivos y ansiosos que contribuyen al aumento de la falta de atención y olvidos.”
Según la especialista, el Alzheimer es la principal causa de deterioro cognitivo después de los 60 años. Para quien tiene más de 85 años, la posibilidad de tener esta enfermedad alcanza el 40%.
Para intentar estabilizar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida, existe el tratamiento adecuado que incluye el uso de medicamentos y cuidados profesionales multidisciplinares, como fisioterapia, fonoaudiología, musicoterapia y terapia ocupacional.
En los individuos más jóvenes, la pérdida de la memoria puede ocurrir cuando está asociada, por ejemplo, a la deficiencia nutricional y al consumo de alcohol. “Existen otras causas de la pérdida de memoria, como el accidente cerebrovascular (ACV), la demencia vascular, el mal de Parkinson en la etapa tardía, parkinsonismo secundario, deficiencia de la vitamina B12 y de ácido fólico, traumatismo craneoencefálico, consumo de alcohol y la alteración de la tiroides”, afirma la neuróloga.
Anotar y ejercitar
Agendas, recordatorios y notas pueden ser de gran utilidad para que usted no se olvide de sus compromisos. Pero hay otras indispensables para mejorar la memoria.
Para ejercitarla a corto plazo, la doctora Lorena indica actividades que estimulen la atención, como jugar videojuegos, leer y tocar instrumentos musicales. Meditar y mantener un estilo de vida activo también contribuyen para mejorar el funcionamiento del cerebro. La principal preocupación es “evitar los factores de riesgo para el deterioro cognitivo, como el tabaquismo, el alcoholismo, el sedentarismo, el consumo excesivo de grasa, descontrol de azúcar e hipertensión”, concluye.
Cómo invertir en la salud mental
– Estar bien consigo mismo y con los demás;
– Aceptar las exigencias de la vida;
– Saber lidiar con las buenas emociones y también con las desagradables, pero que forman parte de la vida;
-Reconocer sus límites y buscar ayuda cuando es necesario;
– Evitar el consumo de alcohol, cigarro y medicamentos sin prescripción médica;
– No usar drogas;
– Reservar el tiempo en su vida para el ocio, la convivencia con los amigos y con la familia;
– Mantener buenos hábitos alimenticios, dormir bien y practicar actividad física regularmente.
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