Antiguamente, el principal requisito de las personas era saber hablar español correctamente. Ahora, las exigencias del mundo son mayores, y el profesional debe hablar, como mínimo, dos idiomas fluidos.
La verdad es que hay un exceso de exigencias en cuanto al desempeño del ser humano, desde la infancia hasta la fase adulta. “Las personas son sometidas a presiones de toda índole. Y una de las mayores causas de preocupación es justamente corresponder a esa exigencia, que sobrepasa el poder de cualquier individuo”, explica el psicoanalista Jacob Goldberg.
Otra exigencia personal es su desempeño para ser lo que no es delante de otras personas. “Por ejemplo, va a una fiesta y actúa de manera diferente para demostrar que es una persona feliz, lo que no siempre es verdad.”
Sin embargo, él destaca que quien se ocupa de alguna manera no se preocupa. “Existe una diferencia muy grande en ocuparse y preocuparse. La preocupación en general es una exageración a nivel de la fantasía. Mientras más se preocupa, menos se ocupa, y cuando más cuida y cela su propia vida, más tranquilo es. El prejuicioso, el negativo, está siempre muy preocupado, porque no está respondiendo a lo que la vida le exige a cada uno”, aclara Goldberg.
El psicoanalista explica que para ser una persona despreocupada es necesario focalizar la vida en otros factores, que no sean atender a las exigencias de la sociedad. “Lo ideal es que resista a los estímulos del consumo, de ser alguien para agradar al otro, comprendiendo que son exigencias artificiales y que es esencial no mantener las apariencias, sino ser alguien que está en paz y en armonía consigo mismo.”
La falta de fe
Goldberg dice que hay otro foco para el estrés que genera la preocupación. “La inseguridad es generada por la falta de un sentido para vivir, por el miedo a la muerte, por la falta de fe en creer en una dimensión mayor que es la “red de protección”, algo que nos supera a nosotros mismos. Hoy está probado que un individuo que tiene fe tiene más posibilidades de vivir más y mejor.”
Él va más allá al afirmar que una persona que tiene fe en algo logra ser más equilibrada y despreocupada. “El individuo que es capaz de depositar esa fe en un sentido transcendente es menos egoísta y narcisista, y con eso es más solidario, y la solidaridad es la distribución de las preocupaciones”, finaliza.