La base de la Hoguera Santa es el sacrificio. El sacrificio verdadero es aquel que duele, haciendo que nosotros nos sintamos solos. El sacrificio nos deja en total dependencia de Dios. No se trata solo del acto de poner una determinada cantidad de dinero en el Altar, significa renunciar a nosotros mismos, a nuestras voluntades y pensamientos para realizar la voluntad de Dios.
El verdadero sacrificio llama la atención de Dios, porque la fe de calidad, aquella que no duda, fue puesta en práctica. Es por eso que la persona que sacrifica, de hecho, no le ofrece cualquier cosa a Dios. Su fe es tan pura y genuina que no logra darle cualquier cosa, sino que tiene placer en ofrecerle algo especial.
No obstante, no todas las personas poseen la misma fe. Al mismo tiempo, la condición de una persona puede que sea la misma de otra persona; aun así, todos tienen algo que pueden sacrificar. Lo poco para uno, puede ser mucho para otro. Así es que nace el verdadero sacrificio.
La Palabra de Dios dice:
“Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas (…). De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca” (Marcos 12:42,43).
Por ser así, cada persona puede sacrificar de acuerdo a su propia fe. Cada uno conoce cuál es su propio sacrificio. Esa actitud de fe depende de cada uno.
La participación
Si usted quiere participar de la Hoguera Santa, acérquese a uno de los Cenáculos del Espíritu Santo esparcidos por Argentina y por el mundo (haga clic aquí para encontrar la dirección más cercana) y tome el sobre para hacer su propósito. En éste usted pondrá su pedido y su sacrificio.
Recuerde siempre que no sirve de nada que usted entregue todos sus bienes si su vida que es lo más importante, no estuviera entregada a Dios totalmente. Es así porque Él antes de mirar su ofrenda, mira al ofrendante; lo mismo hizo con Abel:
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró el Señor con agrado a Abel y a su ofrenda.” (Génesis 4.4)