Tal vez recibir el Espíritu Santo sea algo imposible para usted frente a la vida que ha vivido, llena de corrupción, mentiras, engaños, en fin, todo lo que no sirve. Pero Dios no lo ve a usted con sus pecados. Él no ve su suciedad, su inmundicia, su malicia, Él lo ve como un alma que carece de misericordia, de compasión.
Jesús dijo así: “Dios es Espíritu; y los que Le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”, (Juan 4:24).
Solo para que usted tenga una noción de Dios, para abrir un poco su entendimiento sobre Él, le pregunto, ¿quién piensa que es Dios? ¿Cómo imagina a Dios, como a una persona de su tamaño, de mi tamaño? ¿Ve a Dios como a una persona que tiene manos, piernas o alas? No.
Dios Se identificó ante Moisés, con Abraham, con Isaac, con Israel diciendo: “Yo soy”. En hebreo no existe la conjugación del verbo ser, porque ese es atributo solo del Altísimo. Por eso, no existe “Yo soy, tú eres, él es”. Para Dios no existe pasado, ni presente, ni futuro. Dios es, simplemente es. ¡Nada puede compararse a Su grandeza! Él es. Y lo bueno es que Él, siendo Grande y Todopoderoso, dice: “… Yo habito en la altura y la santidad y con el quebrantado y humilde de espíritu…”, (Isaías 57:15). Es decir, Él también habita con los que están caídos, postrados, en la cárcel, pasando necesidades, hambre, en fin, viviendo un pedacito del infierno en este mundo. Él habita con esas personas y les da la fe para que lo busquen y reciban los beneficios para que, entonces, puedan saber que Dios es el ¡Yo soy!
Cuando Jesús dijo: “Dios es Espíritu”, quiso decir que Dios es mente, es intelecto, es sabiduría, es ciencia. Él no es pasión, sentimiento, corazón, o alma, Él es Espíritu, que piensa, que razona, que evalúa.
Él quiere que usted piense. La fe no tiene nada que ver con religión. La fe tiene que ver con el espíritu. Cuando usted tiene fe, tiene autoridad, y lo que diga sucederá porque tiene autoridad. Pero si usted está preocupado en resolver sus problemas y se olvida de usar la fe para tomar posesión o ser poseído por el Espíritu de Dios, va a perder.
Cuando una persona no tiene el Espíritu de Dios dentro de sí, se quedará todo el día pidiendo ayuda. Pero cuando recibe al Espíritu de Dios, la mente del Señor Jesús, ella misma va a orar, ella misma recibirá, ella actuará, ella caminará con sus propias piernas sin depender del pastor, del obispo, de la iglesia, de quien quiera que sea. A no ser que a usted le guste caminar, o mejor dicho, comer de las manos de los demás.
Dios quiere usarlo en su hogar, en su trabajo, Él quiere darle Su Espíritu. Pero hay algo que tiene que saber: para que usted Lo reciba debe entregarle toda su vida a Él.
Él solo desciende sobre aquellos que, en espíritu, dicen: “Lo evalué, voy a entregar mi vida a Jesús”. Usted decidió por la fe, entregarle su vida a Él “en espíritu y en verdad”, es decir, sinceramente.
Si usted tiene algo reservado para sí, para usarlo para sí mismo en este mundo, olvídelo. Él no le dará el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la totalidad de Dios por la totalidad de la persona. Usted tiene que sacrificar su vida, abandonar su pecado, disciplinarse, andar de acuerdo a Su Palabra.
Usted deja las malas amistades, las adicciones, se esfuerza para perdonar, mejora su conducta, y en ese camino, ¿a quién va a encontrarse? Al Señor Jesús, que le recibe con los brazos abiertos y sopla sobre usted Su Espíritu para que continúe en esa caminata.
Para recibir el Espíritu Santo, ¿qué necesita hacer? Dar lo que usted tiene, negar su voluntad, negarse a sí mismo. Entonces, Él actuará y usted vivirá el resto de su vida como nunca.
[related_posts limit=”17″]