¿A quién no le gustaría que Dios haga justicia en su vida? La respuesta es obvia, pero no todos están dispuestos a ser justos.
“Mas el justo vivirá por fe…” Hebreos 10:38
La fe nos lleva a practicar los actos de justicia y, a su vez, nos justifica delante de Dios.
Muchas personas exigen la justicia de los demás, pero ignoran sus “pequeños” actos corruptos, tales como: descargar música o películas de forma ilegal, comprar certificados médicos falsos, robar la propiedad intelectual de alguien, entre otras cosas.
Por lo tanto, el primer paso para recibir la justicia Divina es practicarla, mientras que el segundo es permanecer en esta.
Cierta vez, Jesús habló, a través de la parábola de la viuda y del juez injusto, sobre la importancia de orar siempre sin desanimarse.
“Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche? …” Lucas 18:6-7.
Este ejemplo nos invita a reflexionar; a pesar de vivir en una sociedad con personas que cometen actos corruptos, debemos perseverar firmemente en la justicia para que, mediante la fe y la oración constante, Dios haga justicia en nuestras vidas.