Con confianza, al final, usted no solo vencerá, sino que también se volverá inquebrantable en todas las áreas.
Tal vez usted comenzó el año pasando por algunas situaciones difíciles que incluso son inexplicables, ya que no fueron el resultado de sus decisiones. El hecho es que el cristiano siempre pasa por luchas en su vida. Para los nacidos del Espíritu Santo, las tribulaciones suelen venir con el objetivo de intentar debilitar su fe y su confianza en Dios.
La palabra tribulación deriva del latín tribulatio, que significa martirio, tortura, aflicción, angustia, tormento y dolor. En el período medieval, el término se refería a una práctica de tortura en la que a la persona se la ponía en el suelo y sobre su espalda se depositaban pesos, hasta que ya no fuera posible que respire, y de esta manera moría asfixiada. Los cristianos de esa época pasaron por este tipo de tortura. La decisión era negar la fe en Dios y liberarse, o asumir la fe en Dios y morir. El apóstol Pablo llamó esta tortura de leve y momentánea tribulación, porque él sabía que, al no negar al Señor Jesús, el Reino de los Cielos sería la nueva morada de esas personas, así como está escrito en 2 Corintios 4:16-18: «Por tanto, no desmayamos […] Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».
Hoy en día, las tribulaciones son las situaciones que afectan directamente la fe cristiana, y el mismo Espíritu de Dios las permite para probarnos y, una vez que aprobamos, nos fortalecemos, como se registra en Romanos 5:1-4: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…».
En un video de Instagram, el obispo Edir Macedo habló sobre el tema: «No es porque usted es lleno del Espíritu Santo que no pasará por tribulación. Pero ¿por qué Dios permite eso? Para que aprendamos y maduremos; para que nos volvamos adultos en la fe». Esta situación se asemeja a la de un niño que está aprendiendo a caminar: «Él se levanta y cae, se levanta y cae otra vez. Y esto es lo que hace que desarrolle su capacidad, su razonamiento, su experiencia», comparó el obispo.
Por supuesto que no es fácil soportar las adversidades, pero, en esos momentos, es necesario poner la confianza en Dios. El que busca al Espíritu Santo debe creer que Lo recibirá y el que ya Lo tiene debe permanecer confiando que la promesa de Dios se cumplirá: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón…» Hebreos 10:35-37.
De acuerdo con el obispo Macedo, en su libro El Pan Nuestro para 365 días, la confianza « es la firmeza de ánimo que debemos poseer cuando vivimos por la fe. No importa la dificultad que usted pase este día, ni lo que pueda suceder desde aquí en adelante. Usted tiene la promesa de que será oído cuando clame y confíe. Con Dios no existe “confiar desconfiando”».
El obispo destacó que así era como el salmista David actuaba, como podemos leer en Salmos 5:3: «Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de Ti, y esperaré». El obispo hizo la siguiente comparación: «Cuando usted llama por teléfono a alguien y le pide que le traiga algo, ¿cómo se comporta? Probablemente, se prepara y espera la encomienda. Esa misma confianza en la respuesta es la que David tenía en relación a Dios. ¿Por qué es más fácil confiar en los hombres, que son imperfectos, que en Dios, que jamás fallará? Para agradar a Dios, haga como David, que esperó confiadamente, incluso antes de saber que había sido oído. Esa es la confianza que no se quebranta con lo que ve u oye. Esa es la confianza que no tiene que ver con el sentimiento. Esa firmeza de ánimo nos sustenta hasta la victoria», escribió.
Si los problemas no lo dejan en paz y quiere ser libre de los tormentos espirituales, participe de la Reunión de Liberación a las 8 h, 10 h, 12 h, 16 h y 20 h, en la Universal más cerca de su domicilio.
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