Vea lo que Dios le dijo a Su pueblo cuando iban a entrar a la Tierra Prometida. Dios los orientó sobre cómo formar parte del Reino de Dios, porque debían superar el mayor obstáculo. El pueblo había andado sin nación por el desierto 40 años, por eso, para entrar a la Tierra Prometida, Dios les puso esta condición: superar el prejuicio hacia las cosas sagradas.
Jericó era la ciudad más antigua y tenía murallas que se consideraban imposibles de traspasar, porque eran muy altas y largas. Dios dijo que este obstáculo debía ser superado y dedicado a Él, pero que demandaría tres cosas de todos: fe, confianza y fidelidad.
- Fe para obedecer, porque Dios había ordenado que los soldados rodearan la ciudad 13 veces con el Arca de la Alianza delante de ellos. Algo que no tenía lógica y que demandaría la fe de todos.
- Confianza porque no sucedería de la noche a la mañana, debían hacerlo durante 7 días.
- Fidelidad a Dios y a lo que Él les estaba pidiendo.
Cuando unimos estos tres principios espirituales, superamos los demás problemas antiguos. Jericó era la ciudad más antigua edificada sobre la faz de la Tierra, con murallas consideradas imposibles de ser derribadas. Sin embargo, si unimos fe, confianza y fidelidad, ese problema antiguo, esa maldición hereditaria, esos problemas acumulados durante muchas décadas, años o meses son superados, sea con respecto a la salud, a la familia, a la economía, a la vida espiritual o al matrimonio.
“He aquí, el Arca del Pacto del Señor de toda la tierra pasa el Jordán delante de vosotros”. Josué 3:11
El respeto por lo Sagrado y las primicias fue implantado en la mente y el corazón del pueblo del pueblo de Dios.
Tan pronto como cruzaron el río Jordán para entrar a la tierra, Dios les dio la orden de santificarse.
Además, tuvieron que llevar el Arca del Pacto delante de ellos, que representaba al Santísimo (primicias, Dios en primer lugar).
¿Cuál fue la condición para entregar la ciudad más antigua?
Que dedicaran lo que había en esa ciudad a Dios, que no tocaran el oro, las joyas, las piedras preciosas, el bronce ni el hierro, porque todo sería dedicado a la Obra de Dios.
Dios no necesita nada, sin embargo, cuando nos pide algo no es para hacerle un bien a Él, sino para hacernos un bien a nosotros. Por ejemplo: Cuando nos pide que seamos honestos, aplicados, diligentes, fieles en las primicias y misericordiosos, ¿es para hacerle un bien a Él o para hacernos un bien a nosotros? A nosotros.
Él pide las primicias como señal de temor a lo sagrado. Cuando tememos a Dios, Lo consideramos en primer lugar. Por eso, al despertar, antes de hablar con alguien, las primeras palabras se las dedicamos a Dios. Cuando leemos la tarjeta de los 7 Poderes del Padre Nuestro, Le estamos dando los primeros pensamientos a Dios; cuando bebemos el agua consagrada, Le estamos ofreciendo nuestro cuerpo a Dios; cuando leemos la Biblia, Le estamos ofreciendo nuestra mirada, nuestra mente a Dios. Él ve esto como tiempo dedicado a Él, lo cual nos da autoridad sobre los problemas antiguos, las inclinaciones y los espíritus malignos.
Con fe, confianza y fidelidad las murallas de Jericó fueron derribadas, pero la condición era que no se tocara nada de lo que había en la ciudad, porque todo lo que había de valor sería dedicado al tabernáculo, para guardarlos de la avaricia y para el mantenimiento de la Obra de Dios. De esta manera, el pueblo entendería la importancia del temor a lo sagrado.
“Pero en cuanto a vosotros, guardaos ciertamente de las cosas dedicadas al anatema, no sea que las codiciéis y tomando de las cosas del anatema, hagáis maldito el campamento de Israel y traigáis desgracia sobre él. Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, están consagrados al SEÑOR; entrarán en el tesoro del SEÑOR”. Josué 6:18-19
Dios les pidió una ciudad como diezmo. La Tierra Prometida estaba llena de ciudades, centenas de ciudades que deberían conquistar, pero la primera tenía que ser dedicada a Él. Cuando usted santifica las primicias para Dios, todo lo demás está garantizado, protegido, bendecido y apartado. La victoria está garantizada cuando hay temor a lo sagrado.
Vea conmigo lo que está escrito en Josué, capítulo 6, del versículo 18 al 19:
“Pero en cuanto a vosotros, guardaos ciertamente de las cosas dedicadas al anatema…”. Josué 6:18
Es decir: “No toquen lo que Dios ya separó”.
“… no sea que las codiciéis y tomando de las cosas del anatema, hagáis maldito el campamento de Israel y traigáis desgracia sobre él”. Josué 6:18
Cuando usted ama a alguien más que a Dios, está tocando lo sagrado, el anatema. El primer lugar siempre es de Dios, no lo pueden ocupar personas, cosas, ni nuestro propio yo. Jesús dijo que quien quiere seguirlo debe negarse a sí mismo. En otras palabras, Dios tiene que ser el primero para que no nos desviemos ni a la derecha ni a la izquierda.
“Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, están consagrados al Señor; entrarán en el tesoro del Señor”. Josué 6:19
El tesoro espiritual. Cuando no tocamos lo sagrado, nos volvemos parte del tesoro de Dios, el cual los ladrones no roban ni la polilla corroe. Cuando Lo honramos en la Tierra, al no tocar las primicias ni poner a nadie ni nada antes que a Él, estamos haciendo tesoros en el Cielo, y acá en la Tierra Dios puede confiarnos todo, porque sabe que nuestro corazón no está aferrado a nada, ni siquiera a nosotros mismos.
Cuando Él nos pide que no toquemos lo sagrado, es para garantizarnos la victoria sobre todos los desafíos y usar las primicias para ganar almas.
Tal vez usted dice: “VENGA TU REINO”, pero ¿actúa como ciudadano de Su Reino?
¿Por qué no supera los problemas antiguos?
¿Por qué no toma posesión de Sus promesas?
Porque le falta actuar como ciudadano del Reino de Dios.
La 1.ª característica de que alguien es ciudadano del Reino de Dios es que no toca lo sagrado.
No tocar lo sagrado es una señal de quien habita en Su Reino, cree en Sus Promesas y no toca las primicias.
Ahora bien, vea lo que dice en el capítulo 7 sobre el soldado que tocó lo sagrado:
“Mas los hijos de Israel fueron infieles en cuanto al anatema, porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó de las cosas dedicadas al anatema; y la ira del Señor se encendió contra los hijos de Israel”. Josué 7:1
Dios le dio la victoria a Israel ante Jericó, pero, como este hombre tocó lo que debía ser dedicado al Señor, al ir a luchar contra Hai, una ciudad mucho más pequeña y sin murallas, perdieron. Era el mismo ejército, el pueblo de Dios, pero ya no tenían las 3 cosas necesarias: fe, confianza y fidelidad. Tocaron lo que no debían y fueron derrotados, fueron sacrificadas vidas inocentes, y salieron corriendo avergonzados. Les faltó actuar como ciudadanos del Reino de Dios aquí en la Tierra, por eso tuvieron que huir. Josué lloró y clamó, y Dios le contestó: “Josué, Yo veo lo que nadie ve, lo que las personas hacen a escondidas”.
Dios sabe quiénes somos, en la iglesia podemos aparentar, pero, si afuera somos mentirosos, engañadores o explotadores, Dios no estará con nosotros, porque no actuamos como ciudadanos del Reino de Dios. De esta manera, seguiremos perdiendo batallas, no como un castigo de Dios o por la culpa de alguien, ni siquiera del mal, sino por tocar lo sagrado, lo que Le pertenece a Dios.
No se toca lo sagrado, Dios, el Espíritu Santo. No se juega con la Palabra de Dios, la Sagrada Biblia. Son cosas sagradas.
Lo que sucedió fue porque alguien, por codicia, agarró una barra de oro y una túnica nueva, y lo escondió en su tienda. Dios Se airó con eso, porque ya se los había advertido.
La promesa era que, si no tocaban lo sagrado, Él les garantizaría la victoria: “Obedezcan y Yo me ocupo de las consecuencias; desobedezcan y sufrirán las consecuencias”.
Hasta que Josué oró, Dios le reveló y llegaron hasta Acán, con quien encontraron las cosas sagradas que había guardado.
Preste atención: estamos terminando el año, solo faltan 2 meses, y ese problema antiguo que tiene debe superarlo. Si no logra superarlo, es porque hay un anatema en usted, sea un resentimiento o algo en su casa, en su trabajo o en su matrimonio. Si su conciencia no le acusa, usted está en paz, tranquilo, no tiene miedo, pero, si le acusa, se esconde, así como hizo Acán.
“Levántate, consagra al pueblo y di: Consagraos para mañana, porque así ha dicho el Señor, Dios de Israel: Hay anatema en medio de ti, oh Israel. No podrás hacer frente a tus enemigos hasta que quitéis el anatema de en medio de vosotros”. Josué 7:13
Dios les dijo que Él era el mismo, que no había cambiado, pero alguien estaba desobedeciendo y tocando lo que Le pertenecía. Así que los mandó a orar y a ayunar para revelar y quitar eso de entre ellos: “Una vez que se vuelvan a Mí, Yo Me volveré a vosotros”.
Dios es un Dios de reacción, no obliga a nadie a ser honesto, a ser diezmista, a bautizarse en las aguas, pero, si usted no lo hace, Él tampoco es obligado a bendecirlo. Dios no es injusto, Él es Justicia, y no nos obliga, pero nos da las condiciones, Se alía con los que obedecen y los ayuda a vencer.
Yo no sé qué hay en usted, en su corazón, en su mente, en su vocabulario, quizás en su casa hay cosas que son anatemas para el Señor, cosas que ya debería haber entregado. No estoy aquí para juzgar a nadie, sé que esta prédica no agrada a muchos, pero yo quiero agradar a Dios en primer lugar, y lo mismo tiene que hacer usted.
Actuemos como ciudadanos del Reino de Dios, quitemos la muralla llamada prejuicio contra lo sagrado; aceptemos lo sagrado y honremos a Dios con lo sagrado.
Si usted quita el anatema de su vida, será victorioso y la Obra de Dios avanzará aún más.
El Espíritu Santo le revelará lo que nosotros no vemos.
Tome la decisión de sacar de adentro de su tienda, de su casa, de su trabajo y de su corazón lo que no agrada a Dios.
Obispo Júlio Freitas