“Me gustaría saber cómo hago para volver a ser la misma persona que cuando llegué a la iglesia. Quiero volver al primer amor, a la primera fe, pero no lo logro. ¿Qué puedo hacer para cambiar eso? – Amiga.
Respuesta:
¿Recuerda cuando usted llegó a la iglesia y conoció al Señor Jesús?
Fue todo tan maravilloso, usted tenía tanta sed de aprender, de conocer la Biblia, usted veía todo con ojos puros, a las personas, las campañas, los propósitos. No se atrevía ni siquiera a tener un mal pensamiento acerca del pastor o de la esposa, pues los veía con santidad y temor. Su voluntad era hablarle de Jesús a todo el mundo, aunque la llamaran fanática.
Usted quería ir todos los días a la iglesia, quería participar de todo, de las vigilias, de las evangelizaciones, de la acción social. Su familia le decía: ¡llévate la cama y duerme allá!
Usted siempre se hacía presente para ayudar en algo, esperaba ansiosa que el pastor le pidiera hacer alguna cosa y se sentía bendecida cuando eso sucedía.
Había disposición, alegría, le parecía que hacía poco y siempre quería hacer más. No había cansancio, ni tiempo para insignificancias. Además, se esforzaba por agradar a Dios en todo.
Pero, con el pasar del tiempo, que ha sido el enemigo de muchos, la persona fue dejando de practicar el primer amor.
Fue apartándose de a poco de las primeras obras y se enfrió en la fe.
Con eso vinieron los frutos malos, y ahora no tiene interés por las cosas de Dios.
Ve a los hombres y mujeres de Dios con malos ojos, tiene malicia, no tiene placer de ayudar en nada, va a la iglesia empujada, pues tampoco tiene ganas de ir.
Ahora, su corazón está desanimado, lleno de impurezas y sentimientos malos, que acumuló a lo largo de los años.
En fin, perdió el primer amor, se apartó del fuego que es el Espíritu Santo y por eso está vacía y apagada.
Por lo tanto, amiga, ¿usted quiere volver al primer amor? Entonces, regrese a la práctica de las primeras obras.
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”, (Apocalipsis 2:4-5)
(*) Respuesta retirada del blog de Tania Rubim