La falta de entendimiento claro en cuanto al sacrificio es lo que ha hecho que muchos tengan una vida muy por debajo de lo que Dios ha proyectado para Su pueblo. Y, mientras que la persona no cambie su forma de entenderlo y practicarlo, será un fracaso, aunque esté durante muchos años en la iglesia.
Veamos cuál era la visión que Jesús tenía en cuanto al sacrificio a ser hecho:
Ahora está turbada Mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica Tu Nombre. Entonces vino una Voz del cielo: Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez. Juan 12:27-28
Esta consciencia Le hacía entender que aun siendo Dios Hijo, no podría huir o encontrar una manera para no sacrificar, pues era para eso que había venido. ¡Él sabía que el Proyecto que tenía pedía el Mayor de todos los Sacrificios! E, incluso en gran angustia, sabiendo por todo lo que iba a pasar, Él glorificó al Dios Padre yendo al Altar.
¿No fue esta la misma actitud de Abraham? Aun con angustia en el Alma, continuó su caminata hasta el Moriah.
Vea que la consciencia de la necesidad de sacrificar no deja que el sacrificante desista ni mire hacia atrás. Es interesante notar que la Voz que le gritó a Abraham, diciendo: Ahora sé que temes a Dios fue la misma que, como trueno, ahora dijo: Lo he glorificado, y Lo glorificaré otra vez.
Ante eso, creo que todos los que suban al Altar con esta misma conciencia del sacrificio, con certeza van a escuchar la misma Voz que le gritó a Abraham y que como trueno Le respondió al Señor Jesús. ¡Nadie descenderá del Altar igual!
¡Que Dios abra su entendimiento para que el sacrificio sea perfecto!
Colaboró: Obispo Franklin Sanches