La palabra de Dios, en Isaías 29:13-14, nos habla al respecto de las personas que van a la iglesia, oran, ayunan, en fin, practican todo aquello que pueda caracterizarlos como buenos practicantes de la religiosidad; sin embargo, sus corazones continúan distantes del Creador. Dios no mira nuestro exterior, nuestra religiosidad; Él mira el interior, nuestro corazón. Dios no ve de la misma forma que el hombre, porque este ve apenas el exterior. Él Se agrada de la sinceridad de nuestro corazón.
Aquel cuyo corazón está en las manos de Dios es guardado por Él, porque, ¿quién osará tocar a alguien protegido por el Señor? ¿Quién tiene poder para esto? Ciertamente, nadie. Entonces, cuando la persona tiene el corazón según la Voluntad de Dios, no existe nada en este mundo que pueda destruirla, porque el corazón es el cerne de la vida.
Cuando nos referimos al corazón, hablamos de la propia vida de la persona. Muchos frecuentan la iglesia, participan de las reuniones, pero no abren el corazón para Dios, continúan presos a las cosas de este mundo. Dios no puede actuar en la vida de alguien así.
El corazón debe estar dirigido totalmente hacia Dios. No quiero decir con esto que las personas no deben amar al prójimo. Al contrario, cuando el corazón está en Dios, tenemos amor para darles a nuestros semejantes mucho más que antes. Jesús dijo: “… Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” Mateo 5:44 ¿Quién es el que puede amar a un enemigo y orar por los que lo persiguen, sino aquellos que tienen un corazón en Dios?
Tal vez usted esté viniendo a la iglesia, pero aún no Le entregó su corazón a Él. Continúa buscando las cosas efímeras de este mundo, significando que la vieja criatura aún impera.
Por otro lado, el nuevo corazón nos da una vida nueva. Son muchos los que reciben bendiciones, pero que permanecen con el corazón alejado de Dios. Entonces, no puede haber un gran resultado en las vidas de esas personas.
El cambio de vida depende del corazón. Es ahí que está la raíz de todos los problemas, así como la solución. A partir del momento en que la persona toma una decisión por el Señor Jesús, Él retira su viejo corazón y le da uno nuevo. Ella pasa a tener una nueva vida, a ser una nueva criatura.
La Iglesia Universal ha sido perseguida, de la misma forma que la iglesia primitiva, cuando los cristianos eran lanzados en la arena para ser devorados por los leones. Sin embargo, permanecemos orando por aquellos que nos persiguen. Continuamos perdonando a aquellos que nos odian. Esto no viene de nosotros, sino del nuevo corazón que recibimos del Padre. Si no tuviésemos un corazón nuevo, de ninguna manera tendríamos la alegría de orar por aquellos que nos persiguen.
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