Cuando tomaron Canaá, los hebreos tuvieron que aprender un nuevo oficio, después de décadas de cautiverio y peregrinación por el desierto en viviendas móviles, ellos eran verdaderas autoridades en cuanto a tiendas, pero no sabían nada acerca de la construcción de casas sólidas y ciudades.
Al destruir las ciudades fortificadas cananeas, solo logran reconstruírlas con la ayuda de los fenicios. Comenzaron a hacer casas de ladrillos de barro y, luego, levantaban construcciones hechas con bloques de piedras calcáreas recolectadas en la misma región.
Era muy común que una edificación se hiciera sobre la base de otra que estaba destruida, a fin de aprovecharla. Con el tiempo, se hicieron nuevos ladrillos. Se hacía una zanja, después se llenaba con la mezcla y piedras. Una vez seca la base, se levantaban sobre ella las paredes. Pablo usó las costumbres como metáfora para hablar del cristianismo floreciente que predicaba a los pueblos que tenían otra creencia:
“Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno…”, (Romanos 15:20)
Para afirmar el edificio, se usaban las llamadas piedras angulares – grandes bloques colocados en los costados de la estructura.
“La piedra que desecharon los edificadores?Ha venido a ser cabeza del ángulo.” Salmos 118:22
La piedra calcárea usada para construcciones en los tiempos bíblicos se ve con frecuencia hasta hoy en ciudades como Jerusalén. Abundante en la región, la roca conocida como melekeh “piedra real” se podía recortar con facilidad en bloques aún en la cantera. Ella es la más blanda cuando es parte del suelo y, después de tener contacto con el aire, se solidifica rápidamente. Por ese motivo, los bloques tomaban forma en el lugar de extracción, y recibían el acabado en el cantero de las obras – como en la construcción del Templo de Salomón:
“Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.” 1 Reyes 6:7
Las paredes se hacían bien rectas usando la plomada, parecida a la herramienta que conocemos hoy: un cono de metal con la punta hacia abajo, suspendido por una línea, atada al otro lado con un cilindro de metal o madera del mismo diámetro que el cono. Al apoyarse en la parte superior de la pared, el hilo se estiraba con el peso del cono. Si la pared estaba bien, la punta de abajo se apoyaría ligeramente en los bloques inferiores. La gravedad proporcionaba el ángulo recto (Amós 7:6-7).
Tal como hoy, en la mayoría de las construcciones, una línea horizontal se estiraba en el nivel correcto, y una hilera de piedras se colocaba hasta llegar a esa altura, lo mismo se hacía en las capas siguientes.
La piedra comenzó a ser más usada en la época entre los reinados de David y Salomón. Se consideraba un lujo, pues los bloques de rocas eran más difíciles de fabricar que los ladrillos de barro. Las nuevas herramientas de hierro, entonces, más fáciles de forjar – y, por eso, más resistentes -, ayudaron mucho en el trabajo con el nuevo material. El profeta Amós consideraba a las construcciones de piedra un lujo logrado en base a la explotación del trabajo de los pobres (Amós 5:11). Por lo tanto, la piedra era vista en las paredes de las casas de los más ricos, edificios públicos y murallas (que necesitaban materiales más resistentes, obviamente).
Si se colocaron correctamente las piedras, con dificultad quedaba entre ellas grietas. Si quedaban, eran rellenadas con mezcla, para evitar que se acumule el polvo y pequeños animales.
Había incluso casas hechas de ladrillos de barro, piedras y mezcla.
Con el advenimiento del poderío romano sobre Israel, las piedras comenzaron a usarse para la construcción de acueductos, arcos y la pavimentación de caminos – muchos de los cuales permanecen intactos hasta hoy.
Recientemente, la Autoridad de Antiguedades de Israel descubrió una piedra de la época del Segundo Templo en las cercanías de Jerusalén, incluso con herramientas usadas para la extracción. El tipo de roca extraída en el lugar es el mismo importado de Israel para el revestimiento del Templo de Salomón de la Iglesia Universal en San Pablo – la citada melekeh.